|
El umbral del misterio. Pasada la Noche Santa, cuando el eco de los villancicos se apaga y la cera de la candela empieza a gotear, queda la realidad física del lugar. Hoy no os traigo rostros ni paisajes, sino un detalle orográfico que podría pasar desapercibido, pero que es la llave de todo el recinto sagrado.
Un detalle que pasa desapercibido, que fue construido sin pensar, que salió solo en la teología de la construcción, en la magia de las cosas que se crean porque el hacedor las sueña..
Un escalón de piedra [que no es piedra]. No es un accidente caprichoso del terreno; es una decisión teológica inscrita en la geología. Para entrar en el Misterio, el hombre no puede simplemente "caminar"; tiene que ascender. Tiene que hacer un esfuerzo físico, levantar el pie, cambiar el ritmo. Ese escalón natural es la frontera entre la intrahistoria cotidiana (el suelo de tierra batida) y la Eternidad (el suelo de la cueva).
Decía Unamuno que "la fe es un subir doloroso" , una escalada constante. Y aquí, en la escala doméstica de Malkior, ese peldaño de roca viva nos recuerda que la adoración requiere un gesto de voluntad. No se entra a ver a Dios por inercia; se entra por decisión. Hay que salvar el desnivel que separa nuestra humanidad herida de su Divinidad recién nacida.
Este escalón está gastado, pulido por las rodillas de los pastores que ya han pasado y por la esperanza de los Reyes que están por llegar. Es el umbral donde nos quitamos las sandalias del ego para pisar tierra santa.
Y ahí yace, casi olvidada, junto a la base del peldaño… del cesto de ofrendas que algún pastor ha posado con premura, ha rodado una manzana solitaria. No es un descuido, quiere ser una catequesis. Esa fruta es la memoria del 'hombre viejo', la herencia de Adán y Eva que cae por su propio peso ante la presencia de la gracia. Al llegar a este umbral, lo antiguo no puede sostenerse. La manzana del primer pecado se desprende y rueda hacia el olvido, quedándose fuera, porque no tiene sitio ante el nuevo Adán que nos espera dentro. Es la ofrenda que se purifica a sí misma: el hombre viejo debe caer para que el hombre nuevo pueda subir.
Amigos del foro… gracias por mantener vivo esta fuente de palabras.. en estos días de "resaca" navideña, os invito a contemplar este detalle. A veces, lo más difícil de la Navidad no es llegar al portal, sino atreverse a subir ese último escalón y quedarse dentro.
El Niño espera arriba. El escalón invita. ¿Subimos?
"Para ver a Dios hay que subir: el escalón de piedra marca la frontera sagrada entre el mundo y el Misterio."
Belen_Malkior_2025_57.jpeg (478KB - 0 descargas)| Páginas: 1 2 |
| Buscar en este foro Versión Impresa Enviar un mail con el enlace a este tema |





