Hace ya muchos años, teníamos un forero joven y muy activo, con nick El Cuco de la Ribera, porque era de Santiago de la Ribera, Murcia, nada que ver con servidor, que un día abrió un hilo enseñando (sic) "El tradicional belén del Cuco de la Ribera" que había empezado a hacer el año anterior y que, por tanto, era el segundo año que lo montaba y lo presentaba en el Foro.
Es decir, que las tradiciones pueden ser instantáneas. Por tanto, no tengo ningún apuro en hacer la Crónica (estrenando título de Cronista que también tiene antigüedad relativa, de 2024, y que en realidad debería ser de Cronista Emérito) de mi Tradicional Visita a la Feria de Belenismo de Alcobendas, en mi segunda manifestación tras la del año pasado.
Ayer, convenientemente ubicado en la terraza de un bar, hablaba por teléfono con Felorz y como la charla se alargó un poco, me pimplé tres cervezas y tenía una facundia y un ingenio agudo y subido, que no sé si tengo en este momento, a la salida de mi despacho tras un día tan fastidiado como lo habitual.
Me resulta complicado hablar solamente de la feria, porque mi consuetudinaria visita anual a nuestros gentiles proveedores en ese suburbio industrial manchego (en un hotel con incongruentes referencias marítimas a 400 km de la playa, vaya vaya) no es más que la guinda del pastel del viaje a Madrid, repleto de emociones.
Tengo la gran suerte de que vivo al lado de la estación de Sants, por lo que solamente he de caerme de la cama para llegar al andén donde me espera una retrofuturista Frecciarossa de Iryo. Qué viaje maravilloso, cruzando los Monegros a 300 km/hora viendo al fondo los Pirineos nevados en una mañana radiante. Còmo me gusta el tramo entre Calatayud y Guadalajara, entreviendo Sigüenza y Medinaceli, cañones con buitres y dehesas llenas de robles y encinas, y luego lo ancha que es Castilla hata llegar al Foro de verdad, los madriles. La entrada en Atocha es espectacular, con una playa de docenas de vías y túneles y grutas donde se agazapan trenes de alta velocidad. Cómo me gusta mi país, desde la orilla del Mediterráneo en Barcelona, pasando por Aragón, Castilla la Vieja (un pedacito de Soria) y Castilla la Nueva, con el ciudadón de Madrid en la diana. Cuando uno lo atraviesa, 800 km en dos horas y media, 300 km/hora, se da cuenta uno de lo grande, variado, hermoso ¡y adelantado! que es y que está. No sabemos lo que tenemos ni lo bien que vivimos, lo peor es que tampoco lo saben los políticos que nos desgobiernan. Tened en cuenta una cosa, cualquier niño que nace tiene un 17% de posibilidades de hacerlo en la India. Buscad en Instagram trenes indios... de verdad no somos conscientes de la maravilla que es ser europeo y español, y recorrer el país ida y vuelta por poco más de cien cochinos euros.
Llegar a Atocha siempre me hace respirar mi infancia, yo me crie en ese barrio, doscientos o trescientos metros por detrás del Ministerio de Agricultura. Cojo un metro para llegar al barrio de Salamanca y me deleito viendo el nombre de las estaciones, y me río de mi torpeza al orientarme en el transbordo en la estación de Gran Vía, en un laberinto de escaleras y ascensores ¡y el dichoso metro de Madrid que va al revés circulando por la izquierda y siempre me sobresalta!
En cuanto veo la Catedral del Belén, allí en la parroquia del Pilar, ya me siento en casa. Pocos metros más allí tenemos el santuario de Santa Cristina Mártir, precioso símbolo de todas las esposas (y algún marido, que no hay pocas mujeres belenistas) que pacientemente soportan nuestra locura bendita. Allí tiene parte de su tesoro Félix el Felorz, en una pequeña sala abarrotada de maravillas.
Félix y yo tenemos la fantasía de ser dos forajidos, yo el piratilla con ínfulas aristocráticas y británicas y él como bandolero de origen ultraperiférico e insular. Va a ser que no, claro, pero somos dos compinches con mucho peligro y grandes planes. Los de Félix se manifiestan en la Parroquia del Pilar, donde su fantasía y su gran conocimiento de arte se aplica a la creación de sus radicales belenes, terror de parroquianos convencionales. Yo me intento apropiar de parte de su prestigio glosando sus obras.
Y si hay algo tradicional, de verdad, es mi asalto a la pastelería cabe la Parroquia para ponerme ciego de sandwiches de miga. Es uno de los momentos culminantes del viaje.
Antes de ir a la Feria, que se inaugura por la tarde, hago una visita de inspección de la Villa de Madrid para comprobar que todo está correcto y en su sitio y darle mi placet a las autoridades, especialmente a la Señora de la Rosa Tatuada . El año pasado me solacé en El Prado y este año la lluvia nos llevó hasta el Museo Arqueológico, donde Félix, reconocido Star Wars Fan, pudo admirar a la Princesa Leia de Elche, y luego una abundante colación en un muy madrileño restaurante andaluz. A los catalanes nos perturba que eso se le llame "almuerzo", para nosotros el "esmorzar" es el desayuno...
Por la tarde, la Feria, muchas figuras y algunos encuentros perturbadores. Pero... eso será la segunda parte de la crónica....
Modificado por Drake 13/11/2025 19:41