EMMANUEL
Dios con nosotros, iluminado el mundo con una luz nueva, más brillante que la del primer día de la creación. Cualquier celebración para conmemorar este acontecimiento del nacimiento de Cristo, de su aparición en medio de nosotros, resulta pequeña. “Luz para iluminar a los hombres y gloria de su pueblo Israel” proclama el anciano Simeón en el templo de Jerusalén 40 días después de nacido.
En el Castillo inauguramos la 19º exposición de pesebres para unirnos a la celebración y participar del regocijo que mueve al mundo en torno de la Navidad. El Verbo se hizo carne y aquí está nuestro renacimiento, la participación en la divinidad; emparentados con El por el bautismo, formando una familia misteriosa con Dios, he aquí la fascinación de la Nochebuena.
Visitemos despacio una por una las escenas de la vida del Señor, aquí representadas: oigamos embelesados el saludo del Angel a Nuestra Señora en su humilde habitación; luego desde Belén hasta Nazaret caminemos con los santos esposos y les oiremos pedir posada sin encontrar refugio en el Mesón; llegaremos a las afueras de Belén y en el establo, durante aquella Noche Santa escucharemos estremecidos el canto del gloria con el cual los ángeles saludaron el pequeño Niño que ha nacido; luego miraremos la ingenuidad y ternura de los pastores y su ejemplo de generosidad al regalarle todo lo que tienen; iremos con los Magos guiados por la luz de la estrella para adorarle; contemplaremos conmovidos el rito la presentación en el templo y con Simeón y
Ana alabaremos al esperado de la Naciones; les acompañaremos hasta Egipto ofreciendo las incomodidades del camino y cumpliendo sin protestar la voluntad de Dios; nos abismaremos de su sabiduría ante los doctores cuando aún es un adolescente; y finalmente ya en Nazaret copiaremos su laboriosidad y dedicación a su humilde trabajo.
Entonemos un villancico enamorado desde nuestro pequeño pesebre, que resuene en todo el mundo cristiano, para fomentar esta tradición que hace de nuestro final de año, el principio de una vida nueva llena de luz y alegría.
Esta es una fecha para sentirnos mejores; para acompañar a María y José y junto a este Niño pequeño como otros del lugar, vislumbraremos a Dios que ha venido a salvarnos.
Bendigamos y adoremos al Emmanuel.
OLGA VÉLEZ DE BRIÑÓN.
Modificado por olgavelezdeb 16/6/2007 00:07
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