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Arturo Baltar Santos (Galicia) Moderadores: Drake, julen, ANTONI, felorz17, sereno Páginas: 1 2 | ||
Leyendo algún libro de belenes me reencontré con este increíble escultor, conocido por sus impresionantes belenes y figuras de terracota que capturan la esencia de Orense. Y retomando el hilo olvidado me di cuenta de que había fallecido el 18 de diciembre de 2017!!!.
Busqué en periódicos y ya en la wikipedia estaba registrado su fallecimiento, por lógica y merito debería estar entre los 'figuristas clasicos'!!!.
Al buscar información sobre Arturo Baltar, he encontrado varias fuentes interesantes, como los libros de temática belenista mencionados al inicio del hilo, como "El Belén: Historia, Tradición y Actualidad", entre otros.
En términos biográficos, se encuentran algunas publicaciones en la red, como las de la Fundación Abanca o la Guía Repsol, que proporcionan elementos que explican su singularidad dentro de la escultura y del belenismo. La influencia de la dureza de su tierra y sus costumbres se refleja en cada obra, donde el barro, como material primordial, adquiere un papel único. Baltar es autodidacta y su formación se ha desarrollado a lo largo de diferentes etapas de su vida, recibiendo influencias artísticas que van desde Goya y El Bosco hasta Chagall, Rembrandt y Vermeer.
Esto enriquece su capacidad para retratar lo más popular y arraigado de la existencia rural y urbana, plasmando a familiares, paisanos y escenas cotidianas con maestría tanto en la escultura como en el Belén. En última instancia, Baltar se erige como un cronista de su tiempo, capturando la esencia de su entorno con profundidad y sensibilidad.
Fuentes:
Fundación Abanca. Biografía: Xabier Limia de Gardón.
Guía Repsol. Texto: Ana Cañil
Imagenes: Guía Repsol. Fotografía: Alfredo Cáliz.
En las biografías publicadas sobre Baltar, se explica su obra a través de las escenas representadas en sus llamados 'retablos', que desde la perspectiva belenística podríamos entender como dioramas. Ejemplos como los retablos de "La Huida" o "La Matanza de los Inocentes" reflejan también el lugar y la época, y a cada personaje, otorgándoles identidad en lugar de anonimato. La elección del término "retablos" no es trivial, ya que proyectan una influencia profundamente arraigada tanto de su tierra como de su madre. Como se menciona en una cita(fuente: Guía Repsol), "...en los montes como el de San Bieito de Cova del Lobo -“la madre de Arturo era muy católica, con fe en San Bieito, y él adoraba a su madre”...-", sugiriendo una conexión emocional y cultural.
Esto me recuerda al Retablo de la Visitación de la iglesia de San Bieito en Santiago de Compostela, del siglo XV, ¿qué descubriría Baltar en su juventud para inspirar su obra y sus retablos?.
El verano da para muchas cosas, entre otras, para descubrir, buscar, encontrar... y eso es lo que me ha pasado con la obra de Arturo Baltar Santos, que en esta entrada solo me limito a reproducir lo que la Obra Social Abanca (Afundación) cuenta en su colección. Puede que muchas de las imágenes estén ya repetidas en el hilo, pero me aventuro a subirlas de nuevo con los textos que proporciona la fundación.
Siete figurillas cubiertas con largos mantos, se agrupan, de forma apretada, en una misma pieza escultórica. Sus cabezas, de expresivos rostros, destacan, jalonando el espacio a distintas alturas con un efecto pictórico. El ritmo del modelado, la aparente facilidad con que está realizada la obra, ocultan una cuidadosa elaboración, y un profundo contenido espiritual con un significado simbólico en el que se mezclan la emoción, el cansancio y el asombro de los peregrinos al llegar a Compostela.
Tres figuras femeninas y un niño, se disponen simétricamente, una de pie y dos sentadas, con el aire de un ritual que se repite cada día. El conjunto escultórico, de pequeño formato, se agranda, en la sensibilidad del que lo contempla, robustecido por la ternura que imanan las figuras que, con un expresivo silencio, transmiten un cálido sentimiento de respeto hacia los modos de vida de las gentes sencillas del pueblo. El contorno suave de los rostros, contrasta con los surcos y asperezas de los vestidos, con un lenguaje propio, de gran atractivo.
Una joven sentada, con la mirada baja, está pelando una patata, a su lado, en el suelo, un cesto. La escena refleja un hecho intranscendente, exaltando la poesía de las cosas cotidianas, hallando lo profundo en lo pequeño. Sombras verdosas se combinan con el tono rojizo del barro que, trabajando con dominio, adquiere gran fuerza plástica.
El hilo conductor de su obra es su vinculación a las gentes y costumbres de su tierra, que alimentan su imaginación, encontrando en el barro la manera de exteriorizar su poesía. No busca crear tipos sólo le interesa la gente y su vida cotidiana. En esta obra las figuras brotan del barro formando un grupo, de modelado fluido y tierno, en el camino de Rodin y Rosso, que la policromía realza de forma singular. Es el suyo un arte que no cree ni en vanguardismos ni en tradicionalismos, sólo en aquello que por fundamental, por esencial, se aparta de cualquier esteticismo.
La nostalgia por la belleza de su niñez orensana es el mundo poético de este autor que busca la inocencia y la ternura para concebir un arte que nace de la tierra, del barro, material al que no renuncia nunca.
El retablo parece un instante congelado, un momento en la vida de las figuras que podría representar alguno de sus temas habituales, como las maternidades o las escenas de la infancia de Cristo. Las ocho figuras del relieve, distribuídas en tres grupos, componen una escena tierna y maternal, donde cada madre está acompañada por sus hijos. La composición es equilibrada disponiendo frontalmente las figuras vestidas con ropajes alegres y coloristas que reflejan la influencia de la imaginería popular en el hacer del artista.
La plasticidad de la pieza es evidente, el relieve es casi de bulto redondo, conseguido laboriosamente con las manos, herramienta fundamental deun creador interesado en sentir el material para concebir criaturas llenas de vida y religiosidad.
Las figuras de los nacimientos de Baltar están investidas de una extraordinaria dulzura y humanidad. Se inspiran en gentes entrañables y humildes que el autor, en muchos casos, ha conocido personalmente. El material empleado es el barro policromado, lo que enriquece a la obra y acentúa la expresividad de las figuras creadas directamente con unas manos que delatan conocimientos del arte tradicional gallego.
La Virgen María es una mujer sencilla y reposada que se presenta sentada y descalza, con unas vestiduras alegres y coloristas, casi populares por sus formas decorativas. Sostiene al Niño Jesús, regordete y juguetón, que dirige hacia ella su mirada mientras su madre mantiene una actitud contemplativa, llena de dulzura. San José, con el rostro envejecido, recuerda a un peregrino cansado camino de Compostela. Sus ojos entornados delatan que está dormido, posiblemente soñando con la Matanza de los Inocentes, premonición por la que deciden huir a Egipto.
La Sagrada Familia está acompañada por dos pastorcillas, cuyos rostros, cargados de devoción y espiritualidad, constituyen el mejor ejemplo de la capacidad del autor para transmitir emociones y sentimientos universales. El único elemento de referencia escenográfica y espacial es el tronco del árbol que sitúa a las figuras en un contexto natural y simbólico.
La fuerza expresiva de los rostros identifica a los personajes transmitiendo los ideales religiosos que caracterizan a cada uno de ellos, la Gracia, la Serenidad y la Fe.
En esta obra de Arturo Baltar una figura sale de la tierra para entonar una alabanza personal y emotiva. Una pieza realizada en barro que demuestra la enorme fuerza plástica de su obra. Un hombre con las manos entrelazadas marca un expresivo silencio que transmite un suave sentimiento de paz.
Una escultura de pequeño formato en la que el autor emplea el único material que ha querido utilizar a lo largo de su carrera, el barro, y que le sirve para hablar de los pequeños momentos de la vida, la poesía de las cosas cotidianas.
Una figura de contorno abrupto llena de surcos y asperezas donde los dedos del artista son la herramienta de trabajo. Un ritmo en el trazado de aparente simplicidad pero que encierra una cuidada elaboración y un profundo contenido espiritual. No en vano, esta pieza se enlaza con la leyenda del milagro acaecido al noble Ero, abade del Monasterio de Armenteira, basada en la Cantiga de Santa María número 103 del Rey Alfonso X. En ella el noble Ero le pide a la Virgen que le muestre cual es la felicidad de los que están en el Paraíso y ésta crea el milagro de permitirle estar 300 años contemplando el canto de un pájaro.
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A nivel personal, permítanme la reflexión... figuras que me pellizcan al verlas y contemplarlas... figuras que tienen algo que me transportan a lo cotidiano, a lo sencillo, a lo pequeño... llenas de emoción, de una expresividad quieta y pausada, figuras que me recuerdan el acento gallego, figuras de gente, de costumbres, de sencillez y amabilidad... Este verano he estado por Galicia y eso me ha removido mucho al verlas...
Si conocéis un poco a Malkior, son figuras que le recuerdan mucho a unas contemporáneas...
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Aporto algunas imágenes de buena calidad que amplian un poco la información que nos dío Felix...
Más de un centenar de figuras de barro cocido configuran el curioso Belén de Baltar. Es quizás uno de los más hermosos de Galicia, tanto por su composición como la temática: una fotografía del Ourense de otro tiempo. Más allá de la temática religiosa, aquí encontramos los juegos de la plaza, el fotógrafo ambulante, las labores del campo, la taberna, el horno, los habitantes de los caminos…
Todas las figuras son obra del artista Arturo Baltar , quien en 1967 lo comienza por encargo de la Asociación de Belenistas de la ciudad. Lo que en un principio era solo la escena tradicional del nacimiento fue creciendo año tras año con nuevos elementos, hasta que en 1980 se decide restaurar la capilla de San Cosme y San Damián para acogerlo de forma permanente. El conjunto, que se completa con obras murales de Xaime Quessada y frisos de Virxilio, es arte ourensano en estado puro.
La contemplación del conjunto es casi hipnótica, un viaje iniciático por el pasado de la ciudad hasta encontrar, en el centro, el Nacimiento de Jesús.
En 2010 el Ayuntamiento rehabilitó el edificio anexo (posiblemente, un antiguo convento vinculado a la capilla) para crear el espacio expositivo, instalando un conjunto de retablos del autor: el belén, que hasta entonces solo se podía visitar en Navidad, se vuelve una exposición permanente todo el año.
Fuente: Espacio expositivo Arturo Baltar - Web https://www.turismodeourense.gal/
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