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La vida en tiempos de Jesús

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Lolapg

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Pastorcillo

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Muchas gracias Pedro, echaba en falta tus relatos.
Saludos Lolapg.

Carmen

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Pedro es un placer nuevamente seguir leyendo tus narraciones. Muchas gracias recibe un cordial abrazo desde el otro lado del océano.
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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Continuamos con la vida familiar, en el caso de hoy esta dedicada a la vida conyugal. Creo que he cometido un error en cuanto al orden de aparición, pues hubiera sido mejor empezar hablando de la mujer para que al llegar al matrimonio, haber puesto lo que hoy os pongo, pero bueno, ya esta hecho. Así que, una vez terminado este apartado, empezaremos a ver como era la vida de las mujeres hebreas.

  Quiero dedicar este apartado, a las féminas, que de una forma directa o indirecta me están siguiendo estos “rollos”,  y que me animan a que continué. Es muy posible que sin su apoyo anímico, no hubiera seguido escribiendo como era la vida hebrea en la época de Jesús  

(continuación........)

  La mujer en la vida conyugal, tenia una serie de derechos y de deberes, entre los primeros tenia el derecho a ser sostenida por su marido, pudiendo exigir su aplicación ante los tribunales en el caso que no se cumpliese. El marido tenia que asegurarla vestido, alojamiento,  alimentación y cumplir con el deber conyugal, además de procurarle atención sanitaria y medicamentos en caso de enfermedad, y sepultura en caso de muerte (incluso el más pobre estaba obligado a procurarse al menos dos flautistas y una plañidera). En caso de que la mujer fuera cogida en cautiverio, el esposo estaba también obligado a rescatar a su mujer.

En cuanto los deberes que tenia, consistían en primer lugar, en atender las necesidades de su casa: moler el grano para hacer harina, hacer el pan, cocinar, coser y lavar la ropa,  hilar, tejer y elaborar telas (se prescribía incluso una medida semanal de tejido que la mujer del pobre debería realizar a la semana y que solo se disminuía cuando la mujer estaba amamantando a un hijo). También debería preparar “la mesa” (ya sabéis que no siempre tenían mesa, pero si debería colocar una serie de esteras o alfombras con una tela a modo de mantel donde colocar la comida) y preparar y acomodar el sitio donde dormir. Hay algún autor que señala que además debía  prepararle la copa al marido, lavarle la cara, las manos y los pies. Y estaba obligada a dar a su marido el producto de su trabajo manual, así como si la mujer se encontraba algo, y a obedecer a su marido como si fuera su dueño (por deber religioso). Este (el marido), incluso tenia el derecho de poder anular los votos que ella había prometido y obligar a su  mujer a realizar los que él quisiera; pero los votos que ponían a la mujer en una situación indigna, daban a esta última el derechos de poder exigir la separación ante un tribunal.

  Como podéis ver la situación de la mujer casada frente a su esposo era de sirvienta o poco menos que de esclava aun así y con todo la posición de la mujer hebrea era siempre muy superior a la de las mujeres paganas
 

Los hijos hebreos deberían de mostrar casi el mismo respeto hacia su madre que hacia su padre. Se cree que la madre tenia el derecho a ser honrada y ya que tenia la autoridad de Dios. En realidad, al padre y a la madre se les miraba como teniendo la representación de Dios en asuntos de autoridad y se les consideraba en esta posición a pesar de que no cumplieran bien sus obligaciones. Los hijos hebreos tenían, por lo general, un gran respeto para su madres, aun cuando ya fueran adultos. Pero el mayor respeto siempre debería ser hacia el padre. Tanto es así, que en caso de peligro de muerte, había que salvar primero al padre.    

Otra cuestión que debemos de aclarar es que, en aquellos tiempos la poligamia estaba permitida, por lo que la esposa debería tolerar la existencia de otra u otras mujeres o concubinas junto a ella. Pero también diremos que esto solo era posible en las altas esferas, debido a que en las mas bajas y por razones pecuniarias (mantenimiento y sostén), esto no se llevaba casi nunca a cabo. Sin embargo había algunos maridos que tomaban una segunda mujer, cuando con la primera no se entendía y no podía repudiarla debido a la elevada cantidad de dinero que debería dar por lo estipulado en el contrato matrimonial 

  En cuanto al divorcio, debemos decir que el derecho estaba casi exclusivamente de parte del hombre y solamente en el caso que el esposo tuviera un oficio repugnante como el de recoger basuras, curtidor de pieles o cabrero; o por que el marido padeciera lepra o de pólipos, así como si su marido la obligara a hacer votos abusando de su dignidad (como ya hemos citado anteriormente), solamente en estos casos la mujer podía pedir el divorcio.

En el caso del divorcio, el marido estaba obligado a devolver a la mujer la suma estipulada en el contrato matrimonial.

Naturalmente lo que estoy escribiendo es una forma generalizada. Ya sabemos que cada  matrimonio es un mundo aparte, por lo que dentro de todo lo escrito había situaciones de la mujer que variaban según los casos particulares, incluso que esta variación estaba en función de dos factores. Por una parte el apoyo que le podían dar sus parientes de sangre, especialmente sus hermanos y por otra el tener niños, especialmente si estos eran varones. La mujer que daba a su marido un niño, se consideraba que le había dado el regalo más precioso. Mientras que la carencia de hijos era considerada como una gran desgracia, incluso como un castigo Divino.

Modificado por Pedro Carrillo 12/5/2007 13:24

Suny

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Pastorcillo

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No nos falles Pedro... sigue en tu línea... me encanta todo lo que nos cuentas.

Pero no me hubiera gustado ser mujer en esa época... aunque seguramente eran más felices que nosotros... con lo poco que tenían... no como ahora que todo es materialismo...

Un beso.
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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Suny, si con lo poco que he contado, no te hubiera gustado vivir aquella época, te diré que todavía hay más, ya veras cuando cuente todo. Y más te digo, que en oriente muchas de las costumbres y leyes siguen igual para la mujer. ¡Si es que las mujeres de occidente no sabéis lo que tenéis!, je, je,

Un beso


Caldofrán

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No será que los hombres no saben lo que tienen?

Geni

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Pastorcillo

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Pedro, te han cogido....bueno, digas lo que digas estás perdido,
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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LA MUJER HEBREA


La degradación de las mujeres del Oriente es asunto de conocimiento común. En muchos casos ella es muy semejante a una moza, esclava, o pasatiempo de los hombres, más que la compañera del hombre como lo es en el Occidente. Nunca son tratadas como iguales frente a los hombres.
El mundo Hebreo es una religión de varones. Filón (contemporáneo de Cristo) nos cuenta que toda la vida pública, con sus discusiones y negocios, son cosa de hombres, mientras que la mujer vive en casa, en su retiro interno.
La historia nos indica que en los tiempos de Jesús, las culturas eran patriarcales. Las mujeres estaban subordinadas primero a sus padres, y luego mas tarde a sus maridos como veremos más adelante. En fin, que la mujer era considerada como posesión del marido. Estaba obligada a las faenas domésticas, no podía salir de casa sino a lo necesario y convenientemente vigiladas, normalmente no podían dirigirse a los hombres en público, y mucho menos andar por los caminos con ellos, ni podía conversar a solas con ningún hombre sopena de ser considerada indigna y hasta adúltera.
La regla de la buena educación prohibía encontrarse a solas con una mujer, mirar a una mujer casada e incluso saludarla. Es mas, era un deshonor para un alumno de los escribas hablar con una mujer en la calle.
Una mujer que se entretenía con todo el mundo en  la calle, o que cosía o hilaba en la calle, era considerada como una mala mujer, y  podía ser repudiada sin recibir el pago estipulado en el contrato matrimonial
Además de lo anteriormente citado, la mujer deberían pasar desapercibida o inadvertida en publico y ante la  sociedad. Siempre debería de ocupar un segundo lugar, así por ejemplo a la hora de comer, nunca comían con ellos, sino que al esposo y los hermanos se les servia primero, y la esposa, la madre y hermanas esperaban para que una vez estos hubieran terminado, comer lo que les quedaba. Otro ejemplo: en un paseo la mujer nunca va a la altura de los hombres, sino que sigue detrás a una respetuosa distancia de uno o dos pasos.
 Ya hemos dicho que la mujer es por regla, estrechamente vigilada y observada con celo, así cuando sale, además de ir acompañada, se debe de tapa con dos velos uno para la cabeza y otro para la cara o  con un velo en la cabeza y una diadema de la que penden cintas o cordones con nudos  hasta la barbilla que le tapan la cara y no pueda ser reconocida A tal respeto, se comenta que en una ocasión un sacerdote del Templo de Jerusalén, aplico las aguas amargas a una mujer acusada de adulterio, sin saber que se trataba de su propia esposa. La mujer que salía a la calle sin llevar la cabeza cubierta, ofendía  hasta tal punto las buenas costumbres que su marido tenía el derecho e incluso el deber de despedirla, sin estar obligado a darle la suma convenida en el contrato matrimonial en caso de divorcio. Había no obstante una excepción. El día del matrimonio, si la futura esposa era virgen y no viuda, podía aparecer ésta en el cortejo con la cabeza desnuda. Una vez casada solo podía estar sin tapar la cabeza, en su casa a la vista de su esposo, sirvientes o esclavos.  
Se consideraba que, una mujer joven decente, antes del matrimonio, debería no salir  de su casa. Deberían estar en aposentos retirados, poniéndose como limite la puerta con otras habitaciones donde estuvieran los hombres. Y las mujeres casadas la puerta del patio como limite.
Si bien es verdad todo lo que he comentado, también hay que decir que la vida retirada de los aposentos solo podía ser realizada por familias que estuvieran rodeadas de sirvientes, por lo que en los ambientes mas populares  no se podía llevar a cabo una vida tan retirada, principalmente por razones económicas. Además en el campo reinaban unas relaciones mas libres. Allí, la joven va a la fuente a por agua, va a lavar, se une a su marido y a sus hijos en los trabajos del campo. Si bien es verdad que una mujer, no debería estar sola en el campo; y tampoco era corriente, que incluso en el campo, un hombre se entretuviese con una mujer extraña.
Por lo tanto, existía desde este punto de vista, una diferencia entre las mujeres de la ciudad y las mujeres del campo .


 
(Continuara .......)

 

 



Modificado por Pedro Carrillo 19/5/2007 14:05
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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Concepción, a que hombres te refieres ¿a  los de occidente o a los de oriente?



Modificado por Pedro Carrillo 19/5/2007 23:38

M. López Ll.

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¡Oh tempora, oh mores....!

Suny

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M. López Ll. - 19/5/2007 16:17

¡Oh tempora, oh mores....!


¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!... feminae "divinas"...

Modificado por Suny 19/5/2007 16:58

M. López Ll.

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Pastorcillo

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Suny - 19/5/2007 16:57

¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!... feminae "divinas"... :D

Parodiando a un filósofo alemán, si se me perdona la pedantería, te diré

«donde vosotras veis cosas divinas, veo yo - ¡cosas humanas, ay, sólo demasiado humanas!»

Un cordial y humano saludo



Modificado por M. López Ll. 20/5/2007 09:18

Suny

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Pastorcillo

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Manuel tienes razón...

Ab imo pectore... con todo mi corazon... lo que yo quería decir con "feminae divinas"... es que las mujeres somos maravillosas... siempre... pero que yo sepa no existe traducción al latín de la palabra "maravillosa"... Dicho de otra forma... Bonae feminae laetificat cor homini ... las buenas mujeres alegran el corazon del hombre... en todas las épocas y en todas las civilizaciones...

Y perdón por mi mal latín... hace muchisimooooooooos años que lo estudie...

Saludos.

Lolapg

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Pastorcillo

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Gracias Pedro.
Saludos Lolapg.
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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(.......continuación) 

Las hijas en la casa paterna estaban relegadas a un segundo lugar ( así por ejemplo: deberían pasar por una puerta después de que lo hicieran sus padres y hermanos) y su formación se limitaba al aprendizaje de los trabajos domésticos (coser, tejer, etc..) y cuidar de los hermanos pequeños. Sin embargo con respecto a su padre, tenían los mismos deberes que sus hermanos. Le tenían que alimentar, darle de beber, vestirlo e incluso lavarle la cara , las manos y los pies  así como ayudarle a salir y a entrar en su casa. Pero sin embargo no tenían los mismo derechos  que sus hermanos respecto a la herencia ( por ejemplo: los hijos y sus descendientes (los nietos) precedían a las hijas en la herencia).
 
La hija hasta los doce años era considerada una niña. A los doce años y un día era declarada “ gedulah” , que quiere decir mayor de edad, núbil. A esta edad, toda mujer era considerada apta para el matrimonio. La ley suponía que ya había adquirido la madurez física y psíquica (a veces sin haber llegado aun a la menarquia). Y el padre de familia podía entregar a su hija "en esponsales".   

La patria potestad del padre era extraordinariamente grande respecto a las hijas ante el matrimonio; y dependía de la edad que tuviera la hija . Así se clasificaban en tres  grupos o estados con respecto a al edad:
 
1.       La menor hasta los doce años y un día (que ya se podía casar)
2.       La joven   entre los doce y los doce años y medio
3.       La mayor después de los doce años y medio.
 
Hasta la edad de doce años y medio el padre tiene toda la potestad (a no ser que la hija, aunque menor, estuviese ya prometida o separada; el matrimo­nio la sustraía entonces a la potestad paterna). La hija no tiene derecho a poseer nada, el fruto de su trabajo y lo que se pueda encontrar pertenecen al padre (Asimismo, pertenece al padre el dinero del castigo, de la humillación, de la degradación y de la indemnización por una desfloración). El padre  es por lo tanto el representante de la hija en todos los asuntos legales, en especial, el de aceptar o rechazar una petición de matrimonio. Y puede incluso anular los votos que hubiera echo esta.  En el caso de que muriera el padre, la patria potestad pasaba al delegado (generalmente a los parientes más próxi­mos:, la madre o los hermanos).  Aun más, según algunos historiadores, el padre puede vender a su hija como esclava, pero solo hasta la edad de doce años. Solo la hija mayor de doce años y medio es autónoma y sus esponsales no pueden ser decididos sin su consentimiento previo.Sin embargo, aunque la joven fuera mayor, la dote matrimonial que la prometida debía pagar en el momento de sus esponsales era cosa del padre.
 Esta amplísima potestad del padre podía  llevar a considerar a las hijas, y en especial a las menores, como una fuente de ingresos
 
 
Los esponsales c onsistía en una preparación del paso de la joven del poder del padre al de marido.  La edad normal de los esponsales era entre los doce y los doce años y medio.
 
Entre los hebreos cuando un hijo llegaba a la edad de los 16 a 18 años, sus padres escogían la futura esposa de su hijo. El ¿Por qué los padres seleccionaban las novias para sus hijos?, es fácil comprenderlo, si partimos de la base que la novia pasaría a ser un miembro del clan del novio, por lo que toda la familia de él estaba interesada en saber si ella era la adecuada, ya que sino podía acarrear grandes alteraciones dentro del seno familiar, no solo en el matrimonio, sino del propio clan; por eso  era muy corriente prometerse con una pariente (la prima, la sobrina)   en cualquier nivel social y no sólo en los círculos elevados, en los que, al mantener a las hijas separadas del mundo exterior, era difícil el conocimiento entre los jóve­nes. Esto ha llevado a que en algunas ocasiones hubiera disputas entre un padre y una madre porque cada uno quería casar a la hija con un joven de su pro­pia familia.
Cuando las hijas, al no haber hijos, eran las únicas herederas, la Torá ordenaba  que se casasen con parientes.
 
El procedimiento de los esponsales lo iniciaba el padre del futuro esposo y escogía a las jóvenes solteras entre los doce años y diecisiete años, buscaba a sus padres y pactaba bien él o un representante de éste, la cifra que el hijo estaba dispuesto a pagar por casarse con ella (ya que se consideraba que la joven era un bien y su padre esperaba una compensación por perderla). Lo pactado podía constar por escrito o ser un acuerdo verbal ante testigos. Más tarde se  efectuaría una ceremonia de compromiso también en presencia de testigos.
La ceremonia de desposorios consistía en que una vez reunidas las familias del novio y de la novia con algunas que otras personas que servían de testigos.  El joven daba a la novia un regalo de valor (anillo de oro o algún otro regalo), o simplemente un documento en el que le prometía casarse con ella. Entonces ella decía: “Veis por este,  anillo, reglo o esta señal,  que tú estás reservado para mí, de acuerdo con la ley de Moisés y de Israel”.
 
Los esponsales, que precedían a la petición en matrimonio y a la estipulación del contrato matrimonial, significaban la «adquisición» de la novia por el novio, constituyendo así la formalización válida para el matrimonio; la prometida se llama «esposa», y si su prometido muere antes de casarse con ella, es considerará como viuda; también podía ser repudiada mediante un libelo de divorcio si al futuro esposo no le gustaba en algo y condenada a muerte en caso de adulterio
 
Casi siempre el periodo de compromiso (entre los desposorios y el matrimonio) duraba un año y prácticamente equivalía ya al matrimonio.;Si en ese periodo de tiempo nacía un hijo de ambos, se le consideraba como legitimo. No obstante la novia no dejaba el hogar paterno hasta que no se celebraba la ceremonia nupcial . Durante los meses de esponsales, la prometida debía guardar virginidad. Y durante estos meses, según costumbre Galilea, los novios no debían estar a solas, según nos cuenta Flavio Josefo
 Sin embargo, aunque los desposados no cohabitaban hasta el día de la conducción, los esponsales originaban en ellos, lo que llamaríamos un verdadero vínculo jurídico, que en cierto sentido equivalía al matrimonio, de tal manera que la ley consideraba al novio “ baealah” , "señor de la prometida".
 
En el día de la conducción (boda), se designaban dos mujeres para examinar si la novia estaba íntegra. Si se comprobaba que había perdido su virginidad, caía sobre ella la maledicencia, llamándosele “ harufa” (tosca expresión, que significaba "la violada").  Si durante el tiempo de los esponsales la muchacha ejercía comercio sexual con otro varón, era considerada adúltera para todos los efectos y el novio al que jurídicamente, se le consideraba "señor", normalmente se le daba, el acta de divorcio. Mientras que la mujer, según el Levítico, podía ser lapidada en la plaza pública. Y en caso de que la muchacha fuese hija de un levita, podía ser quemada viva.


 
(continuara......)


conchi

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Pastorcillo

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¡Pués vaya como estaba el patio para las mujeres! Lo triste es que en algunos pueblos aún debe de ser algo parecido ( sinó peor)

J. David

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Pastorcillo

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Hola Pedro, estupendos relatos, no por sus convicciones si no por el hecho de ser historia, pero hay otra cosa de la que estoy admirado, y es de tu constancia y buen hacer, dándonos a conocer la vida y costumbres de esos protagonistas que nosotros inmortalizamos año tras año con nuestras creencias, en fin, esto tiene que ser así.
Un abrazo Pedro y enhorabuena por el estupendo trabajo.
(Recuerda que no vale más el que sabe mucho, si no que hace mucho con lo poco que sabe.)

Carmen

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Gracias Pedro por seguir con tu relato, creo que sería muy duro para esas niñas ser vendidas por sus padres, sigo en espera de tus relatos. Recibe un cordial abrazo desde el otro lado del océano.
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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(......continuación)


LA DOTE
Cuando los padres de la novia dan a su hija en matrimonio, están ciertamente disminuyendo su poder adquisitivo y la eficiencia de la familia, ya que la hija trabaja para ellos, bien cuidando del ganado de sus padres o trabajando en el campo, así como prestan todo tipo de ayuda, dentro de la casa. Por lo tanto, es normal que, cuando una joven se casa, al pasar esta de la casa de sus padres a la de su novio, ésta está aumentando el poder adquisitivo de la familia del novio y disminuyendo la de su propia familia. De  aquí que el novio que espera tomar posesión de la novia, debe estar en condiciones de ofrecer algún tipo de compensación a la familia de ésta. Tal compensación sería la dote del matrimonio. Esta dote puede ser pagadas en diferentes formas: con ganado, con dinero, o con su servicio, si el novio no es solvente, como le ocurrió a  Jacob, que no pudiendo pagar al contado, dijo al padre de Raquel que le serviría durante siete años (Es un tipo de esclavitud, que espero, que algún día contare)
 
Era una costumbre que parte de esta dote dada a la familia de la novia fuera a parar a esta, ya que significaba un respaldo económico en caso deque su matrimonio terminara en fracaso, ya que toda mujer casada en caso de divorcio tiene derecho a todo el ajuar que aporte durante su matrimonio. Por este mismo motivo, los padres de la novia, cuando tenían posibilidades de ello, daban una dote extra o especial en señal de cariño, que no solamente podía consistir en dinero, sino que podía ser el donar unas tierras o que algunos de su sirvientes se fuera con ella para ayudarla en los quehaceres diarios  
 
MATRIMONIO
Sólo con el matrimonio , que ordinariamente tenía lugar un año después de los esponsales, la joven pasaba definitivamente del poder del padre al de su marido. La joven pareja iba ordinariamente a vivir con la familia del esposo, lo cual significaba para la esposa, la mayoría de las veces muy joven aún, el pesado y frecuentemente penoso deber de introducirse en una comunidad familiar que le era extraña y que, con frecuencia, mostraba hacia ella sentimientos hosti­les (bien por celos o por ser una persona extraña en la casa).
 
Jurídicamente, la esposa se distinguía de una esclava en primer lugar porque conservaba el derecho de poseer los bienes (no de dispo­ner de ellos) que había traído de su casa como bienes extradotales y en segundo lugar, por la seguridad que le daba el contrato matrimonial, que le fijaba la suma que había que pagar a la mujer en caso de sepa­ración o de muerte del marido
 
LA BODA

El día de la boda que generalmente era en un día de otoño, después de la cosecha, suscitaba gran expectación entre los parientes e invitados, ya que era  un motivo de fiesta y alegría, había bailes, agasajos y banquete.
 
Los invitados tenían que vestir ropa especial para la ocasión y el negarse a asistir era considerado como un insulto.
 
El adorno de la novia ( creo que como casi todas las novias ), era un asunto muy costoso. Con mucho tiempo de antelación se preparaba el traje con ricos bordados y el día de la boda se la preparaba con todo mimo, poniendo todo el esfuerzo para hacer que su rostro estuviera radiante. Las que eran muy pobres y no podían afrontar estos gastos, se lo pedían prestados a sus amigas.
Los mechones de sus cabellos largos  estaban siempre adornadas con flores o los más pudientes con objetos de plata, de oro o con  perlas. Tan bien era frecuente que llevaran sobre la frente se colocaba una cofia con  barias hileras de brillantes monedas para mostrar su dote. Ese día se la adornaba además con algunas  joyas de la familia (collares, sortijas, pendientes)  y sobretodo con las que había sido obsequiadas sobretodo por su novio (todo lo que ella aportara al matrimonio seguía siendo suyo).  

Una vez preparada esperaba  a que llegase el novio rodeada de sus amigas que hacían las veces de doncellas.
Mientras tanto en la casa de la novia se habían hecho todos los  preparativos necesarios, para que la casa estuviera resplandeciente para cuando el novio llegase, por lo cual se colocaban en donde se podía diferentes tipos de lámparas, así como las doncellas que la acompañaban llevaban unas pequeñas lámparas de aceite y una vasija o alcuza para repuesto (parábola de las diez vírgenes San Mateo 25, 1-13).
 
El novio por su parte se vestía lo mejor posible, tenia que ir como un rey, por lo que  se le colocaba una corona. Corona que generalmente era de flores recién cogidas. Ahora si era lo suficientemente rico para afrontar la situación, llevaba una corona de oro. A nivel de la cintura, la túnica se sujetaba con una tela de seda con colores brillantes a modo de faja o cinturón y sus sandalias cuidadosamente adornadas con listones. Él y sus vestidos eran perfumados con mirra e incienso
 
Cuando llegaba la noche, y era tiempo de ir por la novia para comenzar las festividades del matrimonio. Él novio, así ricamente vestido para tal evento, salía de su casa acompañado de sus amigos, que llevaban antorchas encendidas.
 
Al llegar a la casa de la joven,  pedía ver a su futura esposa, ella a parecía con el pelo suelto y con un velo sobre la cara. Él le levantaba el velo ( Si observáis, esta ceremonia se ha arrastrado hasta nuestros días en las bodas, ahora creo que ya no se hace)   y gritaba de alegría  por haber hallado tal tesoro; sus amigos coreaban sus gritos y comenzaba la ceremonia del traslado, en la que antes de dejar la casa de sus padres, ella recibía  las bendiciones de sus padres y parientes.
 
Una vez fuera de la casa se formaba una procesión en que la novia podía ir andando o ir subida en un tipo de andas, recorriendo las calles del lugar con  todos los invitados (que portaban antorchas y lámparas para iluminar el camino), con música y gran alborozo, hasta llegar a la casa del novio.
 
A los convidados que no fueron a la casa de la novia, se les permite unirse a la comitiva por el camino, si lluevan lámpara o antorcha, si no, no  podían unirse a la procesión, ni entrar al festejo en la casa del novio
 
Algunas veces eran los parientes de la novia quien  la llevan a la casa de su novio, donde sería su nuevo hogar. Pero lo más frecuentemente (como en la parábola de las diez vírgenes), el mismo novio quien va en persona a traerla a su hogar para que se efectúen las festividades matrimoniales allí.
 
El momento más importante de todas las festividades matrimoniales es aquel en el que la novia entra en su nuevo hogar. Después de haber llegado a la casa del novio, algunas de las mujeres más ancianas toman la tarea de arreglarle el cabello a la novia. Sus cabellera larga y suelta quedan escondidas bajo el grueso velo, y a partir de este momento en adelante, la cara no debe de ser mostrada en publico.
 
La fiesta culminaba en un banquete en casa del novio, donde los padres  y amigos bendecían la unión de la pareja (hay que observar como no existía ceremonia de tipo religioso en estas fiestas, sino que era sustituida por las bendiciones por parte de los padres parientes y amigos).
 
En el banquete existía un maestresala, que era el encargado de todos los preparativos, y durante la celebración de que nada faltase, dando las ordenes oportunas a los sirvientes. También era el encargado de bendecir el vino, así como a los novios. 
 
Durante el banquete prevalecía el buen humor y la jovialidad, y se esperaba que los invitados exaltaran las virtudes y cualidades humanas de la novia.
 
Después que terminaba la fiesta del matrimonio, el esposo era escoltado por sus amigos a la habitación donde su esposa había sido conducida previamente.
 
Las festividades matrimoniales con la presencia de parientes y amigos duraban toda una semana, pero el número completo de días de los que se llamaban “los días del matrimonio” eran treinta.
 

 
(Continuara...............)


 

BIBLIOGRAFÍA 

1.        Jochamin Jeremias: Jerusalén en tiempos de Jesús. Ediciones Cristiandad

2.        Fred H. Whight: Usos y costumbres de las Tierras Bíblicas .

3.        Jesús y sus tiempos .. Selecciones de Reader’s Digest

4.        Como vivieron los grandes personajes de la Biblia . Selecciones de Reader’s Digest

 



Modificado por Pedro Carrillo 26/7/2007 21:52

laor

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Pastorcillo

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Muchas gracias amigo Pedro, por tus relatos de como vivian y sus costumbres de la vida en tiempos de Jesús.
Nos está sirviendo de mucha ayuda, para hacer las escenas de nuestros belenes y ser rigurosos con éllas o no cometer algún anacronismo, por falta de información historica.
Ya falta poco si Dios quiere para que nos volvamos a ver otra vez en el encuentro belenista de Madrid.
Un fuerte abrazo
Luis
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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(Continuación)
 


Divorcio
 
En un matrimonio, una imprudencia de la mujer o cualquier cosa que desagrade al marido le dan derecho a este a despedir a su mujer. Por lo tanto l os hombres hebreos,  podían divorciarse de sus mujeres por cualquier motivo, desde encontrase quemada la comida, o que saliera a la calle sin velo etc.. hasta el adulterio .

Según la ley de Moisés , si la mujer no hallaba "favor a sus ojos por haber cometido una indecencia", si la "indecencia" no llegaba al adulterio, el matrimonio podía disolverse llanamente y ambas partes eran libres de volverse a casar, en este caso  el marido le extendía el libelo de repudio  (una carta escrita de divorcio o también denominada cédula de divorcio), lo que hacia posible que ella se casara con otro hombre o también podía ocurrir que se juntasen nuevamente los esposos separados.
 
La esposa así divorciada tiene derecho a todos sus vestidos, y el marido no puede quitarle nada de lo que ella lleve puesto sobre su persona, además de que debía abonar la dote estipulada en el contrato del matrimonio. Por esta razón, las monedas, su cofia, sus anillos y collares, vienen a ser una riqueza importante en la hora de gran necesidad de la divorciada. Esta es una razón por la que hay tanto interés en el adorno personal de la novia en los países del oriente.
 
Como consecuencia  del divorcio podía afectar al marido una mancha publica, lo mismo que a la mujer y a los hijos.
 
No se sabe bien, pero al parecer los hijos se quedaban con el padre, en caso de divorcio, eso constituía la más dura prueba para la mujer que se divorciaba.
 

Sin embargo  a una mujer no se le permitía divorciarse de su marido, salvo en muy pocos casos, eran los oficios que eran considerados como repugnantes, por el mal olor producido por esas actividades como: curtidor, cabrero, recogedor de basuras. Su esposa podía exigir el divorcio ante un tribunal, incluido el pago de la suma estipulada en el contrato  matrimonial. Aun más, el derecho de la mujer llegaba hasta el punto de poder exigir el divorcio  incluso cuando sabia  en el momento del matrimonio, que su marido ejercía tal oficio,  y aunque se hubiera casado  con la condición explicita de que su marido continuase con el mismo trabajo, ya que siempre podía alegar  que creía que lo iba a poder soportar, pero ahora ya no podía más


Por otra parte, la mujer, a partir de la edad de trece años, no podía exigir el divorcio mas que si el marido la obligaba a hacer votos abusando de su dignidad  o si el marido padecía de pólipos o lepra (esta denominación era genérica para todas las enfermedades de la piel y no solo para la lepra en sí)

La mujer podía  de forma eventual  tomarse la justicia por su mano y volverse a casa de su padre, como podía ser a acusa de una injuria recibida, entrando ya en juego la familia de esta (principalmente sus hermanos), que podían pedir explicaciones al marido .
 
Si la esposa era acusada de adulterio, el sacerdote , la llevaba a juicio ante Dios, es decir, la obligaba ingerir una amarga pócima; si enfermaba, era considerada culpable y sería lapidada o ejecutada de algún otro modo, y si no enfermaba, era declarada inocente y regresaba con el marido.  Sin embargo un hombre culpado de infidelidad solo y exclusivamente era considerado como un criminal cuando había invadido los derechos de otro hombre
  

(Continuará.............)
 
 


Lolapg

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Pastorcillo

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Gracias Pedro.
Saludos Lolapg.

Carmen

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Muy interesante tu relato Pedro, cuando puedas sigue adelante. Un cordial abrazo desde el otro lado del océano.
Pedro Carrillo

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Pastorcillo

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(.....continuación)

LA MUJER VIUDA
Cuando una mujer enviudaba sin hijos, ésta seguía quedando vinculada a la casa del marido, esperando que alguno de los hermanos del difunto contrajese matrimonio leviratico con ella o manifestase su negativa a ello, sin que ella pudiera intervenir en nada.    
La palabra levirato deriva del latín levir , que significa "hermano del esposo". Cuando un hombre que estaba casado moría sin tener hijos, se esperaba que su hermano se casara con la mujer. Los hijos del matrimonio figuraban como del primer esposo.  La ley se aplica a los hermanos que habitan juntos, pero permite al hermano la opción de rehusar. La ejecución de la “negativa “ o descalzamiento
 
La ley del levirato no se aplicaba si habían nacido hijas.  Cuando el hermano del marido que hubiere muerto rehusara tomar a la viuda sin hijos, o cuando la esposa siguiera sin tener hijos después de haberse desposado con el hermano de su marido.
 
 
DESDE EL PUNTO DE VISTA RELIGIOSO-JURIDICO

Tampoco es igual al hombre. Estaba sometida a todas las prohibiciones de la Tora y a todo rigor de la legislación civil y penal.

  La Torá cita una serie de preceptos a la que la mujer no estaba obligada, como era el ir en peregrinación a Jerusalén por las fiestas de Pascuas, Pentecostés y los Tabernáculos. Así como a habitar en las tiendas durante las fiestas de los tabernáculos, a hacer sonar el sefar el día de Rosh Hashaná   (año nuevo), o a leer en la fiesta de Purim .
 
Además la mujer no estaba sometida a la obligación de estudiar  la Torá. La escuelas eran exclusivamente para los muchachos  y no para los jóvenes
 
En la sinagoga hay una parte dedicada al servicio litúrgico a la que era accesible  a las mujeres; por el contrario la otra parte dedicada a las lecciones de los escribas, solo eras accesible a los hombres y a los muchachos. Sin embargo en las familias de elevado rango, si se les daba a las hijas una formación, haciéndolas aprender el griego
 
En cuanto a los derechos religiosos de las mujeres, lo mismo que los deberes estaban también limitados. Así en el templo de Jerusalén solo podían entrar en el atrio de los gentiles y en el de las mujeres: No pudiéndolo hacer durante el periodo de purificación  mensual y durante un periodo de cuarenta días después del parto en el caso de que el nacimiento correspondiera a un varó y del doble (ochenta días) en el caso que fuera una hija, no podían entrar ni siquiera al atrio de los gentiles. En las sinagogas podían entrar a la parte utilizada para el culto, pero había una barrera y un enrejado que separaba, mas tarde se llego a construir una tribuna o bacón para ellas con entrada particular.
 
En el servicio litúrgico, la mujer se limitaba a ser un sujeto pasivo solo escuchaba, tanto en el templo como en las sinagogas e incluso en la casa no siendo contada entre las personas a pronunciar la bendición de la comida.
 
Jurídicamente la mujer no tenia derecho a prestar testimonio pues se la consideraba de entrada como mentirosa y voluble. Además la mujer tiene, al igual que el esclavo no judío y el niño menor, un hombre como dueño, luego debería ser su dueño el que prestara testimonio.
 
Por todo ello no era de extrañar, que el nacimiento de un niño varón era motivo de alegría, mientras que el de una niña se veía con indiferencia o incluso con tristeza
 
 
 
Fin del apartado LA MUJER HEBREA
 
 
 
 
 
 



 



Modificado por Pedro Carrillo 22/6/2007 00:13

Carmen

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Ubicación: Rosario- Republica Argentina
Pedro, muchas gracias nuevamente por tus narraciones. Recibe un cordial abrazo desde Argentina.
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