Era Diciembre de 1954, cuando salió rumbo a Madrid, un monumental belén realizado por un grupo de artistas murcianos, por iniciativa, de un prestigioso belenista de esta tierra, D. Manuel Guillén, que se atrevió a emprender semejante empresa, para obsequiar a “Carmencita”, la primera nieta del General Francisco Franco.
El belén, debía ser instalado en la capilla del Palacio del Pardo, residencia oficial del entonces Jefe del Estado Español.
Así fue. La obra, concluida después de dos años de trabajo, se guardó en unos estuches, confeccionados exclusivamente para su transporte y puso rumbo hacia Madrid. Una vez allí, los artífices de la obra: José Nicolás, Pedro Chico y Juan Díaz Carrión, que viajaron al Pardo, fueron los encargados de montar este belén, que quedó instalado en dos días.
En la capilla del palacio, estuvo expuesto durante varios años, hasta que su propietaria, Dña. Carmen Martínez-Bordiú, lo llevó consigo a Francia, su entonces lugar de residencia.
Años más tarde, decidió venderlo por una importante suma de dinero.

El belén estaba formado por un conjunto de figuras y elementos, inspirados en el monumental belén de Salzillo, que en esos momentos se encontraba depositado en el Museo Provincial de Murcia.
El afán de los artistas fue, sin duda, que su obra pareciese, en mayor medida posible, similar al modelo original, para satisfacer el deseo de su mecenas, y posiblemente, con la misma intención imitativa, que tantos otros artistas de esta tierra y seguidores del maestro Salzillo, han utilizado, para la creación de sus obras. Baste recordar el encargo que trajo desde Barcelona, el maestro Sánchez Lozano, del Duque de Tovar, quién lo envía a Murcia para hacer una copia de la Dolorosa de Salzillo.
Para el modelado y policromado de la obra, hubo un examen previo y fueron los escultores José Nicolás Almansa y Pedro Chico los encargados del modelado y la decoración del mismo, respectivamente.
El modelado se realizó en el taller de José Nicolás en el barrio de San Juan.
Para esta tarea el artista se apoyó en fotografías que el fotógrafo López de la calle Trapería le proporcionó, así como apuntes a lápiz del modelo original, siempre a través de las vitrinas que lo protegían en el museo.
Una vez modeladas, eran trasladadas al taller de Guillén, donde Antonio Turpín Botella, se encargaba de “echarles yeso”, como se dice en el argot artístico, a la creación de moldes de las figuras.
De estos moldes, se vaciaron tres copias (Tenían un tamaño superior a la obra salzillesca).

Tras el proceso de vaciado y secado, las figuras fueron cocidas en el taller del artesano Guillén.
Las piezas quedaron listas para ser policromadas, así como doradas y estofadas las que lo precisasen.
Las técnicas utilizadas para este trabajo, según Pedro Chico, fueron similares a las que utilizaba Salzillo, pues en los años cincuenta, no existían los productos que hay actualmente en el mercado, y la tradición se mantenía viva,
Alrededor de este trabajo fueron muchos y variados los oficios que colaboraron para la confección de éste belén.
El dorador fue el artesano apodado “el trompeta”, El orfebre, un artesano que tenía el taller en la calle de San Antón de Murcia y que hizo los sables romanos, las varas de San José, los ramos de los ángeles, las coronas para los reyes, estribos, tocados… El ebanista, D. Luís Pina, hizo “el Portal”, la Casa de la Venta”, el “Palacio de Herodes”, la “Casa de la Virgen”…. El talabartero, de la calle de Sagasta, hizo complementos para los caballos. El taller de labores de la “Sección Femenina”, hizo los plumeros de los soldados de la degollación y otros complementos.
Como el tiempo que quedaba para concluir la obra era escaso y el volumen de trabajo eran abundante, el taller contrató los servicios de los escultores: Bernabé Gil, José Carrilero Gil y Juan Díaz Carrión. Por tanto, la autoria del belén en su totalidad no debemos atribuirla exclusivamente a José Nicolás.
Concluida la monumental obra, después de dos años de trabajo, Las piezas tenían tal calidad artística y estaban tan bien acabadas, que acusaron a los artistas de fusilar el belén original, es decir, de sacar copias a través de moldes del modelo original, algo que además de incierto, era imposible. La polémica estaba servida, todo el ámbito belenístico revolucionado, y las autoridades ante ésta situación, envían confiscar los moldes, para evitar nuevos vaciados, y compran una de las dos copias restantes, al taller de Guillén.
Esta copia, es el belén que muestra el Ayuntamiento de Murcia cada Navidad.
La tercera copia, es propiedad de Juan Antonio Samaranch, delegado nacional de Deportes entonces, que lo recibió como regalo, del que fue delegado provincial de Deportes, Tono Páez.
El Ayuntamiento de Murcia compró finalmente los moldes al taller de Guillén y actualmente, se encuentran en los fondos del Museo Salzillo de nuestra ciudad.