Hola:
He leído la discusión histórico-arqueológica que han mantenido Pedro Carrillo y Avcaesar sobre las ciudades de Belén y Jerusalén y me gustaría hacer algún comentario. Quede claro, antes que nada, mi máximo respeto hacia ambos foreros, en especial hacia Pedro Carrillo del que he leído aportaciones fantásticas como un exhaustivo trabajo bibliográfico aquí en el foro.
Sin entrar en disquisiciones científicas, creo que ambos os equivocáis, no en los datos, sino en el trasfondo de lo que comentáis. Imaginad por un momento que poseyésemos los datos exactos sobre la ciudad de Belén. Cómo eran sus casas con exactitud, disposición, distribución, urbanización… en definitiva, que tuviésemos los planos exactos de toda la ciudad y supiésemos al milímetro sus detalles, colores, materiales utilizados… ¿No creéis que entonces el belén quedaría reducido a una mera maqueta? Nos limitaríamos a transportar dichos datos a la escayola, al porexpán o al material que fuese, pero absolutamente todos los belenistas construiríamos lo mismo variando tan sólo la escala. Eso sí, con más o menos gracia, con más o menos arte, pero exactamente lo mismo. Afortunadamente ni los Evangelios nos aportan una descripción minuciosa del Nacimiento de Jesús, ni la Arqueología nos condiciona hasta ese extremo. ¡Qué aburrido sería ver siempre el mismo portal de Belén! Hemos visto belenes ambientados en cuevas, por supuesto, pero también en establos, en patios de casa, en tiendas de campaña a modo de jaima…. Hemos visto belenes andaluces, canarios, madrileños, aragoneses, vascos y hasta algún que otro Niños Jesús negro….. porque Dios nace todos los días y para todos, en todos los lugares. Creo que en eso radica precisamente el encanto del belén, desde un punto de vista artístico, en que está totalmente abierto a la creatividad. Todos, absolutamente todos los belenistas cometemos anacronismos en nuestros belenes, como bien ha dicho Pedro, al poner cestas con tomates, patatas y otros alimentos desconocidos en aquella época; al colgar embutidos derivados del cerdo (alimento que no comen los judíos), pero también en nuestras construcciones. Grandes maestros belenistas, ante los que me descubro, en belenes de reconocidísimo prestigio, decoran las fachadas de sus casas con unos fantásticos miradores de madera que, a juzgar por los datos históricos de que se disponen, nunca colgaron de las fachadas de las casas del Belén de hace 2000 años, por ejemplo.
No creo que la intención de Jesús Miguel sea la de hacer un belén Histórico-Bíblico, en cuyo caso sí que habría que censurar su idea. Es más, estoy convencido de que no es así, de que lo que quiere es recrear un ambiente diferente en su belén como van a hacer Garteo & Martínez, por ejemplo, con su belén griego. Recuerdo ahora mismo un fantástico belén azteca en la exposición del Congreso Internacional de Madrid en 1992.
El belén, insisto que desde un punto de vista artístico, nos permite ciertas licencias históricas y artísticas que son las que, en el fondo, le confieren ese carácter entrañable y popular. Eso sí, sin olvidar que son anacronismos.
P.D. Perdonad por el rollo, pero se me van los dedos con el teclado.