San Apolinario el nuevo, Rávena.
La iglesia fue construida como templo arriano bajo el ostrogodo Teodorico a fines del siglo V, pero c. 524 se consagra por un obispo ortodoxo. Su exterior simple y austero contrasta con el resplandor de la decoración musivárica interior. En ambos muros de la nave central hay sendas procesiones: los mártires en procesión hacia el altar, que salen del palacio de Teodorico y se dirigen hacia Jesús entronizado; y la procesión de santas en la pared opuesta, que, encabezados por los tres Magos, se dirigen hacia María y el Niño en majestad. El conjunto de ambas procesiones fue hecho cuando la iglesia, ya bajo Justiniano, pertenecía a la fe católica. Todos portan sus propias coronas de martirio. Detrás del palacio de Teodorico está representada la ciudad de Rávena, con los edificios circulares de la tumba de Gala Placidia y uno de los Baptisterios. La procesión de santos que llega hasta el trono de Cristo se inicia en el palacio de Teodorico, lo que jerarquiza al poder temporal como punto de partida de la trascendencia. Las santas salen de una puerta de la muralla de la ciudad, desde donde se ve el cercano puerto de Rávena: Classe.
Los magos, como garantes del poder del cristianismo ante los pueblos gentiles, encabezan la marcha, portando sus ofrendas con las manos veladas, tradición ésta tomada del ritual persa como indicación del respeto a la divinidad. La Virgen, hierática en un suntuoso trono, nimbada pero sin corona, sostiene al Niño con nimbo crucífero. Tanto Jesús como el Ángel más cercano a los magos, extienden su mano para demostrar la conexión que existen entre ambas escenas.
(reyes_Ravena.jpg)Adjuntos
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