¡Hola Juanchan! Te agradezco mucho tus comentarios, aunque quizá no me expresé debidamente, eso es lo que yo os pedía: critica constructiva para poder mejorar. Todo lo que me has señalado es cierto, incluso creo que has pecado de indulgente conmigo porque el fondo del belén y sobre todo la iluminación dejan bastante que desear. Además no se hacer calles, rampas ni barrancos y la ocultación de las peanas donde el suelo no es de arena es otra de mis asignaturas pendientes. La verdad es que cuando a principios del año pasado di con este foro casi, casi por casualidad y vi lo que hacían los belenistas y como lo hacían me di cuenta de que tenía que cambiar por completo mi forma de hacer el belén, pero lo dejé para demasiado tarde porque cuando a principios de noviembre aparecí por casa con unos botes de poliuretano para hacer las montañas, mi hermana, que monta el belén conmigo, me dijo, y con toda la razón, que a esas alturas ya no podíamos hacer experimentos porque el tiempo se nos echaba encima, así que lo montamos como siempre, es decir sin técnica ninguna y más por intuición que por otra cosa y volvimos a hacer las montañas... de barro. Porque las montañas son de barro, no de yeso, de tierra de la huerta amasada con agua y extendida sobre sacos de arpillera, tal y como las hacía mi abuelo, que era labrador, para el belén de mi madre cuando esta era niña y tal y como las estuvo haciendo para mi hermana y para mí hasta las navidades de 1990. Evidentemente no están pintadas, tienen solamente el color de la tierra del campo del que ha sido sacada. Bueno amigo Juanchan creo que sin darme cuenta te estoy metiendo un rollo de campeonato el primer día del año y eso no está bien. Agradezco mucho tus opiniones y sugerencias y no dudes de que tú y los demás foreros os aburriréis de mis preguntas porque son muchas las que tengo en mente. Deseo que tanto tú como el resto de amigos del foro paséis un muy feliz año 2016.
¡Ah! Se me olvidaba decirte que estoy contigo en tu afirmación de que no hay belenes feos. Para mí el belén de mis sueños, el más bonito del mundo es el que mi abuelo montaba en casa con unas pocas figuritas de cacharreria, la mayoría de ellas mutiladas, cuando yo tenía 4 años. Todos los belenes, sean como sean, son preciosos y todos tienen su punto: grandiosidad, sencillez, perfección, inocencia, ingenuidad... y esto es así porque todos salen del corazón.