El Cancionero de la Colombina, (Sevilla, Catedral Metropolitana, Biblioteca Capitular y Colombina, Ms. 7-I-28), o Cancionero Musical de la Colombina (CMC), es un manuscrito español que contiene música del periodo renacentista de finales del siglo XV. El manuscrito fue copiado durante el reinado de los Reyes Católicos, posiblemente entre las décadas de 1460 y 1480. Es por tanto anterior al famoso Cancionero de Palacio. Su autoría se debe a un único copista, pero se ignora el centro musical o capilla del que procede.
En el año 1534 fue comprado por el segundo hijo de Cristóbal Colón, el bibliófilo Fernando Colón, quién lo agregó a su riquísima biblioteca sevillana de más de 15.000 volúmenes, conocida como Biblioteca de la Colombina. A su muerte, la biblioteca pasó a la Catedral de Sevilla, donde aún se conserva.
El cancionero contiene actualmente 95 piezas musicales, algunas de ellas incompletas. De ellas 53 permanecen anónimas. Varios de los compositores han podido identificarse por encontrarse sus obras en otros cancioneros, principalmente el Cancionero de Palacio y el Cancionero de Montecassino.
El repertorio del manuscrito es muy variado y entre los géneros musicales representados, encontramos canciones, villancicos, romances y ensaladas. Muchos de los villancicos y canciones son de tema religioso, especialmente mariano. Dos de las piezas son en francés y 12 son composiciones litúrgicas en latín. También se encuentran dos versiones breves del Canto de la Sibila en castellano.
"Niño Dios D'amor Herido" Del Compositor español Francisco Guerrero. Su música representa la cima de la polifonía sacra española. Poco se sabe de los primeros años de vida de este compositor, salvo que fue discípulo de su hermano Pedro y del mencionado Morales, de quien aprendió contrapunto. Maestro de capilla en distintas catedrales españolas (Jaén, Sevilla), Guerrero llevó una existencia itinerante que le condujo a capitales como Lisboa, Roma y Venecia. En 1588 inició una peregrinación a Tierra Santa, cuyas vicisitudes quedaron plasmadas en el libro El viaje de Jerusalén (1611). Creador prolífico, se le deben dos colecciones de misas (1566 y 1582) y dos de motetes (1570 y 1589), además de himnos, salmos y magníficats. Fue uno de los pocos compositores españoles de la época que cultivaron la canción profana en castellano, aunque virada a lo divino, en su volumen Canciones y villanescas espirituales (1589).