6. DESARROLLO DEL PESEBRE NAPOLITANO
En la primera mitad del siglo XVI, a las puertas de la Reforma de la cristiandad, se produjo en Italia una gran producción de pesebres de alto valor artístico, la mayoría destinados a las iglesias. En el Piamonte y en Lombardía se construyeron nacimientos con escenografía y estatuas de piedra de gran tamaño para las montañas sagradas de Varallo y Varese.
En la Catedral de Módena se conserva un magnífico Nacimiento en terracota de Antonio Begarelli de1527 (Lámina 33) y otro de Guido Mazzoni, llamado el “Pesebre della Papa” de 1485-89 (Lámina 34)
En la región de Urbino se conservan dos nacimientos realizados por el escultor Federico Brandani (Lámina35); en Faenza se conserva uno de cerámica
coloreada de la misma época; en Leonessa (Rietti) ceramistas del abruzzo crearon un nacimiento monumental con 26 figuras, animales y caballos; en Abulia, el escultor Steffano de Putignano construyó nacimientos para las iglesias de varias localidades, en piedra labrada y situadas en grutas de piedra natural que constituyen la única escenografía similar a la que utilizamos hoy.
Uno de los pesebres más antiguos en los comienzos del Renacimiento es el esculpido en mármol por Antonio Rossellino custodiado en la Iglesia de Santa Ana de Lombardía en Nápoles (1475). Es un altorrelieve en el que las figuras están casi totalmente completas (Lámina 36).
Para la iglesia de San Giovanni Carbonara se esculpió otro pesebre en 1478 (Lámina 37). El número de figuras de tamaño natural era de 41 y pintadas por un tal Francesco Fiore
Se disponían en un escenario ancho y muy complicado, que solo podemos imaginar, ya que nada ha perdurado, igual que otras escenas de nacimientos de la época o de los siglos posteriores; solo 12 figuras permanecen al día de hoy, junto al “Angel Soplador” que es el logotipo de la asociación italiana “Amici del presepe de Nápoles.
Otro nacimiento de la época es el de Pedro Belverte, en la basílica de San Domenico Maggiore en Nápoles. Estaba compuesto por 29 figuras que se instalaban en una gruta de piedra verdadera, como era la costumbre de la época.
Uno de los primeros artistas napolitanos en figuras de pesebre fue Giovani de Nola, del que se conservan 5 figuras en Santa María del Parto en Mergellina y otras del pesebre de San Giuseppe Maggiore que están en el museo de San Martino (Láminas 38 y 39)
La producción de figuras de nacimiento fue intensa por la petición de las iglesias y por las demandas de los españoles, además del ya mencionado anteriormente de las clarisas de 1344.
La llegada a Nápoles de Pietro y Giovanni Alemanno, originales del norte de Italia, fue muy importante para la fabricación de figuras de madera para los nacimientos.
Fueron muchas las iglesias para las que Pietro, su hijo Giovanni y muchos colaboradores esculpieron nacimientos completos constituidos por diversas figuras.
A finales del siglo XVI, en plena Contrarreforma, los teatinos, los franciscanos, los jesuitas y un poco después los escolapios, con el propósito de alimentar e incrementar un poco más la fe, la piedad popular, favorecieron la difusión del nacimiento. Así mismo, las religiosas de los conventos se esforzaron por tener el Belén más bonito; las estatuas eran de madera, con los ojos de cristal y de talla más pequeña que lo habitual hasta entonces.
De esta manera se desarrolla el nacimiento barroco, conocido también como móvil porque se desmontaba y volvía a montar cada año. Las estatuas monumentales fueron de esta manera sustituidas por figuras más pequeñas, a pesar de ser talladas por artistas famosos; se dotaron de articulaciones móviles (para poder adoptar diferentes posturas) y se utilizaron pelucas, ojos de cristal, policromadas las partes desnudas y ropaje.
En realidad el maniquí de madera con articulaciones móviles había nacido en Alemania y fueron los jesuitas los que, en 1560, montaron este tipo de nueva Natividad en Praga; y en 1605 construyeron un nacimiento completo de este estilo en la Iglesia de San Miguel de Munich. Es preciso añadir que este Nacimiento fue montado con finalidad didáctica ya que tenía varias escenas representando diversas etapas de la narración evangélica.
Pocas noticias tenemos sobre la escenografía de tales nacimientos, pero se sabe que la perspectiva adquirió mucha importancia y que se iluminaban con lámparas, espejos y piezas metálicas reflectantes que se ocultaban hábilmente y celaje con fino damasco, presentando el Nacimiento como una escena teatral.
Junto a las figuras tradicionales, fueron apareciendo escenas y elementos laicos que nada tenían que ver con lo religioso: el mercado, la fuente, la granja, la taberna,..
Son pues evidentes los caracteres del barroco imperante: espectacularidad, sentido del movimiento, tendencia al naturalismo, que representaba la realidad circundante, y más que a los cánones religiosos del sacro acontecimiento, se inspiraban en la estética del tiempo presente.
Muchos fueron los escultores de monumentos importantes y estatuas civiles que se dedicaron también a tallar estos maniquís de madera, como Pietro Careso, Giuseppe Picano, Domenico Di Nardo y Giacomo Colombo, quién hizo un Nacimiento con maniquís de talla natural que, según se creé, la Duquesa Orsini donó a la Iglesia de Santa María en Portico. Es el único nacimiento que ha llegado hasta nuestros días, aunque las figuras han sido modificadas de diversas formas y en diferentes tiempos. Este Nacimiento se conserva hoy en el museo de la Iglesia de San Lorenzo Maggiore (Lámina 40).
El Nacimiento barroco napolitano dio un gran impulso a los nacimientos de Liguria, ya que Giacomo Colombo se trasladó a Genova, así como a los nacimientos de Abulia y Sicilia en donde el nacimiento se transformó en móvil con figuras más pequeñas y realizadas en terracota, pulpa de papel, yeso con pulpa de papel e incluso de metales preciosos.
Hacia el final del siglo XVII el artista napolitano Michelle Perrone, urgido por la creciente demanda de nacimientos, concibió las figuras más pequeñas que los maniquís articulados, con un alma de hierro dulce, recubiertas de estopa; solo la cabeza y los miembros eran de madera tallada. Fue una importantísima innovación ya que confiriendo una excelente movilidad y ductilidad a cada una de las figuras, daba veracidad, naturalidad a las escenas de las que formaba parte y creó el nuevo nacimiento Rococó (Lámina 41).
El siglo XVIII fue el siglo de oro para el arte de los nacimientos. Nápoles volvió a ser de nuevo la Capital del Reino, una de las ciudades más famosas de la época de la Iluminación. Fue la época del florecimiento de las artes, la filosofía, las leyes, de la cultura, y el Nacimiento floreció justo cuando el Iluminismo trataba de abatir todos los principios cristianos. Pero el Nacimiento se secularizó añadiendo nuevas figuras y elementos que nada tenían que ver con la sagrada escena. El Misterio se ambienta en una cueva enriquecida con los restos en ruina de un templo pagano, y todas las figuras visten ropas de las distintas provincias del reino.
En este siglo se estabiliza el tamaño de las figuras a 35-40 cm. y las cabezas se realizan ya en terracota.
El nacimiento se transformó en el espejo de la vida cotidiana, con las miserias del pueblo llano y la pompa y el esplendor de la nobleza.
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