Un ejemplo extremo de lo que puede ser pátina y lo que es simplemente suciedad: mi venerado Cristo de Lepanto, que a los hijos de la Infantería de Marina nos dice muchas cosas. El Cristo era negro, como la Moreneta... y exactamente como la Moreneta, la Virgen de Montserrat, el color negro venía del hollín de las velas. El Cristo ha recuperado su esplendor original, pero ya no es la imagen que teníamos de él. A la Virgen le pasaría lo mismo, pero no la restauran de esta manera, precisamente para evitar que deje de ser "morena". Eso ya ha pasado con muchas restauraciones de otras obras de arte, que de tener "veladuras" y "un sugerente color turbio" han pasado a tener unos colores rabiosos, que tenían al principio.
Yo en particular prefiero el Cristo restaurado, aunque rompa la imagen que he tenido de él toda la vida.