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Un bimbo venuto dal cielo
che ogni anno cerca di rinascere
nel cuore del mondo,
un mondo grigio,
a volte molto crudo,
a volte unito nell’amore,
un amore divino,
un amore di padre dei cieli e della terra
che scende tra noi
per vivere con noi
a Natale e per sempre:
questo significa Presepe !
Elviranna Susanna
Traducción a groso modo
Un niño venido por el cielo
qué cada año trata de renacer
en el corazón del mundo,
un mundo gris,
a veces muy crudo,
a veces unido en el amor,
un amor divino,
un amor de padre de los cielos y la tierra
qué baja entre nosotros
para vivir con nosotros
la Navidad y para siempre:
¡ésto significa Belén!
ya se acerca la Navidad
Retomemos las poesias de Navidad
Hoy Juan Ramón Jimenez ,no me he leido todas las puestas anteriormente, espero no repetirme
Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría…
Mas la celeste melodía
suena fuera…
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma…
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
He encontradoe ste cuento, me ha parecido entrañable y quiero compartirlo
*******************************
Un día , me fui a visitar a una familia de amigos para felicitarles en la Navidad. Cuando llegué a su casa me encontré con que estaban todos reunidos en torno al portal de Belén que habían montado en el comedor de su casa. Y toda la familia cantaba unos villancicos preciosos. Parecía que formaban un coro importante. Cantaban tan bien que me quedé embelesado. Me quedé absorto, como si estuviera soñando.
En ese momento, como si fuera una visión o un sueño, vi que la estrella que adorna siempre el portal donde está el Niño Jesús, se escapaba del Belén y salía por la ventana.
Rápidamente me asomé y vi como corría por la calle. Yo no sabía donde iría. Pero sabía que la estrella había guiado a los reyes hasta donde estaba el Niño Jesús recién nacido. Se me ocurrió pensar: Mira que si el Niño Jesús ha vuelto a nacer y está en algún sitio que yo no se?
Sin pensarlo más, me encontré en la calle corriendo detrás de la estrella.
Imaginaos cual fue mi sorpresa al ver que esa estrella tan brillante, que relucía incluso a pleno día, se elevaba hacia lo alto y volvía a caer convertida en múltiples estrellitas que se iban posando sobre la puerta de algunas casas. Y las dos estrellitas mayores y más luminosas se quedaron sobre la puerta de dos edificios muy grandes que yo no conocía.
Me quedé mirando este bello espectáculo sin saber qué significaba aquello. De momento, vi que un a de las estrellitas se movía hacia mí como si me estuvieran llamando. Me acerqué, me quedé mirándola, y oí que la estrellita me hablaba. Presté atención en medio del ruido de la calle, y entendí que me decía:
-¿Por qué nos estás siguiendo? ¿Qué quieres?
Yo le dije:
-Me ha sorprendido ver salir la estrella del portal del Belén de mis amigos, la he seguido por la calle, y he visto que se convertía en muchas otras estrellitas que se han ido posando, como tú, sobre las puertas de algunas casas. Me ha extrañado. Yo sabía que la estrella de Belén señalaba el lugar donde ha nacido el Niño Jesús. Pero me parece que el Niño Jesús no puede nacer en tantas casas al mismo tiempo. ¿Te parece raro que esto me extrañe?
La estrellita me dijo:
-Si te fías de mí, y si haces lo que yo te diga, luego lo entenderás todo.
-¿Qué tengo que hacer?, le dije.
Me respondió:
-Voy a hacer que seas invisible por un ratito. Tú, con todo cuidado, para no molestar, irás entrando en las casas que tienen la estrella sobre su puerta. Nadie se dará cuenta. Fíjate bien en lo que veas. Cuando termines yo te estaré esperando en esas casas grandes donde se han posado las estrellas mayores. ¿Te atreves?
-Sí, le respondí, sintiendo mucha curiosidad y cierto miedo a la vez.
Enseguida entré en la primera casa.
¿Sabéis qué me encontré allí?
Me encontré un ancianito, solo en un rincón de la casa, que estaba medio dormido. Y así fui entrando en las demás casas. En unas me encontraba con ancianos; en otras, con enfermos que estaban en la cama. Ellos no me veían. Y, como no podía hablar con ellos, terminé el recorrido muy pronto. No sabía qué significaba aquello. Así que me fui a buscar la estrellita que me había hablado.
La encontré junto a las que estaban sobre las casas más grandes. Entre todas me cogieron y me llevaron por el aire para que pudiera mirar por la ventana. Una casa era un hospital muy grande lleno de enfermos. Había niños, jóvenes y mayores. Se notaba que sufrían a causa de sus heridas y de sus enfermedades. Me quedé preocupado al ver tanta gente sufriendo en los días de Navidad.
Aún estaba pensando en ello, cuando me sentí, como si volara, asomado a las ventanas de la otra casa grande. Estaba llena de personas muy mayores. Era una residencia de ancianos. Estaban solos y callados, como si pensaran en cosas muy entretenidas.
No pudiendo entender lo de las estrellitas repartidas, ni por qué me habían llevado a ver tantos enfermos y ancianos, quise preguntarle a la estrellita que me había hablado. Ella, haciéndome una señal, me hizo callar. Y, como éramos invisibles, me llevó de nuevo, y me puso junto al pecho de algunos enfermos y ancianos. En todos oí una vocecita muy dulce, muy dulce, que me decía:
-La estrellita ha cumplido bien su encargo. Te ha llevado donde está el Niño Jesús. Yo soy en Niño Jesús. Estoy en el corazón de los enfermitos y de los ancianitos. Ellos, como sufren y ofrecen sus dolores y su soledad por la salvación de todos los hombres, se unen a mí, que he nacido para sufrir y morir por salvaros a todos.
En los enfermos y en los ancianos se prolonga la Navidad como si nunca terminara hasta el fin del mundo.
Si quieres estar conmigo has de saber que, además de encontrarme en el Sagrario, estoy, a mi modo, en el corazón de los que sufren y se quedan solos.
Cuando veas un enfermo o un anciano, trátalos bien, hazles compañía sin molestarles, dales un beso cariñoso. Es como si me lo dieras a mí.
Enseguida, sin darme cuenta, como si no hubiera pasado más que un segundo, y sin que mis amigos hubieran notado que me marché, me volví a encontrar junto al Belén de mis amigos donde toda la familia seguía cantando unos villancicos muy alegres y bonitos.
En medio de ellos vi, sentada en un silloncito y rodeada por todos, a la abuelita de la familia que, además de ser muy mayor, estaba enfermita. No pude contenerme. Me acerqué y le di un beso.
Cuando volví a contemplar las figuritas del Portal de Belén, me di cuenta de que el Niño Jesús me sonreía. ¡Qué alegría me llevé!
Desde entonces, cada vez que veo un enfermito o un ancianito, pienso que tienen al Niño Jesús en su corazón y me da ganas de darles un beso y cuidarles mucho.
Fuente http://www.christusrex.org/www1/camino/ca12-24-06.htm
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