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Las Letras de Navidad Páginas: 1 | ||
LAS LETRAS DE LA NAVIDAD
Agustín Guzmán Sancho
Acababan de poner las luces. Los operarios recogían los aperos y cargaban en la furgoneta los restos que habían de servir para adornar la calle unos metros más allá. La noche era fría y un levantado argavieso azotaba los rostros de los pocos transeúntes que se veían a esas horas, en los que se dibujaba una ligera sonrisa ante el letrero que anunciaba ya la Navidad.
Doce enormes letras de colores decían a todos los vientos: FELIZ NAVIDAD. Los obreros hicieron sus comprobaciones y cada una de las doce letras se iluminó con un color distinto.
Pero de pronto, una de las ráfagas de viento recio hizo balancear las letras, y solo quedaron encendidas siete; precisamente, las siete letras de N A V I D A D. Después de un buen rato intentando arreglar aquel fallo eléctrico los obreros decidieron quitar las letras fundidas y dejar solo N A V I D A D; pero el capataz insistió:
-No podemos dejarlo así.
¡Qué más da! – decía uno de los obreros- La gente no sabe cómo era el letrero, con que diga N A V I D A D ya vale.
-No hombre, no; que si la Navidad no es feliz le falta todo.
-Pero eso solo es posible pa los ricos.
-Pa quien sea, que todos pasan por la calle.
-Unos pasan más tiempo que otros…
Un chisporroteo seguido de varios fogonazos dejó a oscuras la letra N.
-¡Ahora sí que la hicimos buena!
-¿Qué? ¿Vas a dejar el letrero así, ahora que no dice nada?
Un transeúnte, hombre de aspecto erudito y aire circunspecto, interrumpió diciendo:
-Sí dice, sí; si ustedes lo leen al revés, desde este lado en que estoy yo verán que el letrero dice: “D Á D I V A”
-Y eso ¿qué quiere decir? –preguntó el aprendiz.
-Dádiva es lo mismo que regalo.
-¿No me diga que es por eso por lo que se dan regalos en Navidad? – y soltó una carcajada.
-No tiene nada que ver. Es pura coincidencia de letras. Pero puestos a inventar, si ustedes le dan a la N que falta el significado de un nombre cualquiera, de cualquier nombre de cualquiera persona, tendrán el significado de la verdadera N A V I D A D.
-También puede significar N[iño] –interrumpió el capataz.
-Desde luego. Y eso fue ante todo la Navidad: La D ÁD I V A de un N[iño].
Nuevos chisporroteos y fogonazos cortaron la conversación. Esta vez quedaron solo tres letras: D A D, que se encendían y apagaban una y otra vez, como si repitieran: D A D, D A D, D A D…
Nuevos esfuerzos de los obreros y nuevos chisporroteos. Por un instante quedaron encendidas cuatro letras: V I D A.
Nuestro erudito transeúnte, impresionado porque nunca se había parado a releer las letras de “Navidad”, continuó su marcha jugando mentalmente con aquella palabra y encontró todavía otras nuevas coincidencias. Casando unas y otras letras obtuvo, por ejemplo: A D A N y D A V I D, y pensó: ¿No es Jesús, el nuevo Adán? ¿No nació este nuevo Adán en Belén, la ciudad de David? Y yendo más adelante en sus elucubraciones pensó que con la misma facilidad con que, intercambiando dos letras, se puede confundir la V A N I D A D con la N AV I D A D, confundimos tantas veces las luces con la Luz y el dar con el darse; todo vanidad de vanidades y no perfecta Navidad.
Mientras nuestro sabio y leído paseante se alejaba cavilando, atrás quedaron, trabajando, los obreros. Y al fin lució en la noche el letrero universal: “¡FELIZ NAVIDAD!”.
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