Pastorcillo
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Ubicación: Murcia
Los Orígenes del belén: San Francisco de Asís, iniciador del pesebre.
San Francisco, fundador de la Orden Franciscana, inició la representación del nacimiento de Cristo en 1223.
Inocencio III, había prohibido las representaciones sagradas en 1207, dieciséis años antes.
Cuando Francisco llegó a Greccio a evangelizar, se le ocurrió revivir el “Nacimiento del Redentor”, para sensibilizar a los que allí habitaban.
Pidió la autorización al Pontífice Honorio III, según lo narra San Buenaventura:
“Tres años antes de su muerte, él (Francisco), quiso celebrar en Greccio el recuerdo del nacimiento del Niño Jesús y deseó hacerlo con toda posible solemnidad, a fin de aumentar mayormente la devoción de los fieles. Para que la cosa no fuese adjudicada a manía de novedad, primero pidió y obtuvo permiso del sumo Pontífice”.
(San Buenaventura. “Legenda Maior” C,X, nº 7).
Con el permiso de Honorio III concedido, se dispuso a representar el nacimiento del hijo de Dios.
Tomás de Celano, biógrafo de San Francisco y Santa Clara describe así a San Francisco ante el primer pesebre de Navidad:
“Unos quince días antes de Navidad, Francisco dijo: quiero evocar el recuerdo del Niño nacido en Belén y de todas las penurias que tuvo que soportar desde su infancia. Lo quiero ver con mis propios ojos, tal como era, acostado en un pesebre y durmiendo sobre el heno, entre el buey y la mula…”
Las figuras eran de cartón, de tamaño natural, recortadas. El buey y la mula eran de “carne y hueso”. El escenario; una cueva en Greccio.
Llegaron hasta allí hermanos de varios conventos de los alrededores. La gente llegó con antorchas y cirios para iluminar. La simplicidad, dominaba todo, la humildad.
Los hermanos cantaban sus alabanzas al Señor y toda la noche transcurría con una gran alegría.
Al final se celebró una misa con el pesebre como altar. Francisco se revistió de la dalmática, ya que era diácono, y cantó el evangelio con voz sonora.
El resultado fue tan conmovedor y maravilloso que los allí presentes recibieron de Honorio III “indulgencia”.
La idea de reproducir el “nacimiento” se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano, extendiéndose por todos los conventos de la Orden Franciscana, que siguiendo el ejemplo de su fundador la llevaron al resto del mundo.
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