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REVOLUCION EN EL BELEN Páginas: 1 2 | ||
Hola a todos
Acabo de leer el periódico local La Opinión de Zamora y en su última página me sorprende la noticia que os adjunto sobre el nacimiento de Jesús, ahora según nuestro Papa Raitziger en Nazareth en el taller de su padre y no en Belen.
Me gustaría saber vuestras opiniones
Feliz Navidad a todos
Jesús
LA OPINION DE ZAMORA (1) 27/12/2007(2) http://www.laopiniondezamora.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2117_13_247055__La-Ultima-Papa-revoluciona-belen
Está por la red:
EL BUEY Y EL ASNO EN EL PESEBRE
La antigua fiesta de los cristianos no es la navidad, sino la pascua: solamente la resurrección del Señor constituyó el alumbramiento de una nueva vida y, así, el comienzo de la iglesia. Por eso ya Ignacio de Antioquía (+ lo más tarde el 117 después de Cristo) llama cristianos a quienes «no observan ya el sábado, sino que viven según el día del Señor» 1: Ser cristiano significa vivir pascualmente a partir de la resurrección, la cual es celebrada semanalmente en la festividad pascual del domingo. Que Jesús nació el 25 de diciembre lo afirmó ya con seguridad por primera vez Hipólito de Roma, en su comentario de Daniel, escrito más o menos en el año 204 después de Cristo; el investigador que trabaja en Basilea, Bo Reicke, basándose en ciertos indicios, cree poder demostrar que ya Lucas en su evangelio presupone el día 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús: en ese día se celebraba entonces la fiesta de la consagración del templo, establecida por Judas Macabeo en el año 164 antes de Cristo, y la fecha natal de Jesús simbolizaría de esta manera que, con él, como verdadera luz de Dios que irrumpe en la noche del invierno, se operó realmente la consagración del templo, la llegada de Dios a esta tierra. 2
I
Sea lo que fuere de esto, lo cierto es que la verdadera figura que le corresponde la recibió la fiesta de navidad por primera vez en el siglo IV, cuando arrumbó la festividad romana del Dios-Sol invicto y presentó el nacimiento de Cristo como la victoria de la verdadera luz; que en esta refundición de una fiesta pagana en una solemnidad cristiana se tomaron asimismo antiguos elementos de la tradición judeo-cristiana, se hace patente por las informaciones de Bo Reicke.
Sin embargo, el especial calor humano que tanto nos conmueve en la fiesta de navidad y que incluso en los corazones de la cristiandad ha sobrepujado a la pascua, se desarrolló por primera vez en la edad media, y aquí fue Francisco de Asís el que, partiendo de su profundo amor al hombre Jesús, hacia el Dios-con-nosotros, contribuyó a introducir esta novedad. Su primer biógrafo, Tomás de Celano, nos cuenta en su segunda biografía lo siguiente: «Más que ninguna otra fiesta celebraba él la navidad con una alegría indescriptible. Él afirmaba que ésta era la fiesta de las fiestas, pues en ese día Dios se hizo un niño pequeño y se alimentó de leche del pecho de su madre, lo mismo que los demás niños. Francisco abrazaba -¡y con qué delicadeza y devoción!- las imágenes que representaban al niño Jesús y lleno de afecto y de compasión, como los niños, susurraba palabras de cariño. El nombre de Jesús era en sus labios dulce como la miel». 3
De tales sentimientos procedió la famosa celebración de la navidad en Greccio, a la cual le pudieron animar e incitar su visita a la tierra santa y al pesebre que se halla en Santa María la Mayor en Roma; pero lo que sin duda influyó más en él fue el deseo de más cercanía, de más realidad. Y le movió asimismo a ello el deseo de hacer presente a Belén, de experimentar directamente la alegría del nacimiento del niño Jesús y de comunicar esa alegría a sus amigos.
De esa noche del pesebre nos habla Celano en la primera biografía, de tal manera que conmovió cada vez más a los hombres y, al mismo tiempo, contribuyó decisivamente a que pudiera desarrollarse y extenderse esta hermosísima costumbre de la navidad: la de montar «belenes» o «nacimientos».
Un curioso dato de esa noche me parece especialmente digno de ser mencionado. La región de Greccio había sido puesta a disposición de los pobres de Asís por un señor noble llamado Juan, del cual refiere Celano que, a pesar de su alta alcurnia y de su destacada posición, «no daba ninguna importancia a la nobleza de la sangre y sí mucha a la del alma que trataba de alcanzar». Por eso se había granjeado el amor de Francisco. 4
De ese Juan nos cuenta Celano que, en aquella noche, se le otorgó la gracia de una visión. Vio que en el pesebre yacía un pequeño niño inmóvil, el cual se despertó de su sueño al aproximarse san Francisco: «Esta visión correspondía -dice Celano- a lo que efectivamente ocurrió, pues el niño Jesús se hallaba dormido a la sazón por estar olvidado en muchos corazones. Pero, a través de su siervo Francisco, se despertó el recuerdo de él y se imprimió imperecederamente en su memoria». 5
En esta imagen describe con toda exactitud la nueva dimensión que Francisco otorgó a la fiesta cristiana de la navidad mediante su fe que penetraba en los corazones y en sus sentimientos más profundos: el descubrimiento de la revelación de Dios, que radica en el niño Jesús. Por ello se convirtió realmente en el «Emmanuel», en el Dios con nosotros, del cual no nos separa ningún obstáculo de sublimidad o lejanía: como niño, se aproximó tanto a nosotros que le podemos tratar sin rodeo de tú y, como nos acercamos al corazón de un niño, podemos tratarle con la confianza del tuteo.
En el niño Jesús se hace patente, más que en ninguna otra parte, la indefensión del amor de Dios: Dios viene sin armas, porque no pretende asaltar desde fuera, sino conquistar desde dentro y transformar a partir de dentro. Si algo puede desarmar y vencer a los hombres, su vanidad, su sentido de poder o su violencia, así como su codicia, eso es la impotencia de un niño. Dios eligió esa impotencia para vencernos y para hacernos entrar dentro de nosotros mismos.
Pero no olvidemos en este punto que el mayor título de dignidad de Jesucristo es el de «hijo», hijo de Dios; la dignidad divina se describe mediante una palabra que muestra a Jesús como un niño ( = Hijo) que siempre ha de permanecer como tal. Su ser-niño se halla en una única y particularísima correspondencia con su divinidad, que es la divinidad del «Hijo». Así su condición de niño es la orientación de cómo podemos llegar a Dios, a la divinización. A partir de ahí es como hay que entender aquellas palabras: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18,3).
El que no haya entendido el misterio de la navidad, no ha entendido lo que es más decisivo y fundamental en el ser cristiano. El que no ha aceptado eso, no puede entrar en el reino de los cielos. Esto es lo que Francisco pretendía recordar a la cristiandad de su época y a la de todos los tiempos posteriores.6
II
En la cueva de Greccio, por indicación de Francisco, se pusieron aquella noche un buey y un asno 7. Efectivamente, él había dicho al noble Juan:
Desearía provocar el recuerdo del niño Jesús con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales cómo era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y un asno. 8
Desde entonces, un buey y un asno forman parte de la representación del pesebre o nacimiento. ¿Pero de dónde proceden propiamente estos animales? Los relatos de la navidad del nuevo testamento no nos narran nada acerca de esto. Pero, si profundizamos esta cuestión, topamos con un hecho que es importante para todas las costumbres navideñas y sobre todo para la piedad navideña y pascual de la iglesia en la liturgia y al mismo tiempo en los usos populares.
El buey y el asno no son simples productos de la fantasía; se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompañantes del acontecimiento navideño. En efecto, en /Is/01/03 se dice concretamente: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento».
Los padres de la iglesia vieron en esas palabras una profecía que apuntaba al nuevo pueblo de Dios, a la iglesia de los judíos y de los cristianos 9. Ante Dios, eran todos los hombres, tanto judíos como paganos, como bueyes y asnos, sin razón ni conocimiento. Pero el Niño, en el pesebre, abrió sus ojos de manera que ahora reconocen ya la voz de su dueño, la voz de su Señor.
En las representaciones medievales de la navidad, no deja de causar extrañeza hasta qué punto ambas bestezuelas tienen rostros casi humanos, y hasta qué punto se postran y se inclinan ante el misterio del Niño como si entendieran y estuvieran adorando. Pero esto era lógico, puesto que ambos animales eran como los símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la iglesia, nuestro misterio, puesto que nosotros somos buey y asno frente a lo eterno, buey y asnos cuyos ojos se abren en la nochebuena de forma que, en el pesebre, reconocen a su Señor.
III
¿Pero le reconocemos realmente? Cuando nosotros ponemos el buey y el asno en el portal, deben venirnos a la memoria aquellas palabras de Isaías, las cuales no son sólo evangelio -promesa de un conocimiento que nos ha de llegar- sino también juicio por nuestra ceguera actual. El buey y el asno conocen, pero «Israel no tiene conocimiento, mi pueblo no tiene inteligencia».
¿Quién es hoy el buey y el asno, quién «mi pueblo», que está sin inteligencia? ¿En qué se conoce al buey y al asno y en qué a «mi pueblo»? ¿Por qué se da el fenómeno de que la irracionalidad conoce y la razón se halla ciega?
Para encontrar una respuesta, debemos volvernos nuevamente, con los padres de la iglesia, a la primera navidad. ¿Quién es el que no conoció? ¿Y quién conoció? ¿Y por qué ocurrió así?
Ahora bien, el que no conoció fue Herodes, el cual tampoco comprende nada cuando se le anuncia el nacimiento del Niño. Sólo sabe de su afán de dominio y de su ambición de mando y de la manía persecutoria correspondiente y, por ello, se hallaba profundamente cegado (Mt 2,3). El que no conoció fue también «todo Jerusalén con él» (Ibid.). Quienes no conocieron fueron los hombres vestidos lujosamente, las gentes importantes (Mt 11,8). Los que no conocieron fueron los señores sabihondos, los entendidos en Biblia, los especialistas en la interpretación de la sagrada Escritura, los cuales conocían con exactitud los pasajes de la Biblia, y, sin embargo, no entendían una palabra (Mt 2,6).
Los que conocieron, comparados con esta famosa gentecilla del «buey y el asno» fueron: los pastores, los magos, María y José. ¿Podía ser de otra manera? En el establo donde él se encuentra no se ve gente fina, allí están como en su casa el buey y el asno.
¿Pero qué es lo que ocurre con nosotros? ¿Nos hallamos tan alejados del establo porque somos demasiado finos y demasiado sesudos para ello? ¿No nos enredamos también nosotros en sabihondas interpretaciones de la Biblia, en pruebas de la autenticidad o inautenticidad, de forma que nos hemos hecho ciegos para el Niño y no percibimos ya nada de él? ¿No estamos demasiado en «Jerusalén», en el palacio, encasillados en nosotros mismos, en nuestra propia gloria, en nuestras manías persecutorias para que podamos oír en seguida la voz de los ángeles, acudir al pesebre y ponernos a adorar?
Así en esta noche nos contemplan los rostros del buey y del asno que nos interrogan: mi pueblo carece de inteligencia, ¿no comprendes tú la voz de tu Señor? Cuando nosotros colocamos las figuras que nos son familiares en el pesebre, debemos pedir a Dios que otorgue a nuestros corazones aquella simplicidad o sencillez que sabe descubrir en el niño al Señor, tal como lo hizo, en tiempos, Francisco en Greccio. Entonces nos podría ocurrir lo que nos cuenta Celano, con unas palabras muy similares a las de san Lucas acerca de los pastores de la primera nochebuena (Lc 2,20), sobre los que participaron en la celebración de Greccio: todos regresaban a sus casas llenos de alegría. 10
JOSEPH RATZINGER
EL ROSTRO DE DOS
Sígueme. Salamanca 1983, págs. 19-25
Ignacio de Antioquía, Carta a los magnesios, 3,1.
B. Reicke, Jatresfeier und Zeitenwende im Judentam und ChristentUm der Antike: TThQ 150 (1970) 321- 334. Las perspectivas de este articulo que echa por tierra el consenso habido hasta ahora de los investigadores sobre el origen de la navidad y de la epifanía, parece que apenas han conseguido acceso en el campo de la ciencia litúrgica.
II Cel 151, 199.
I Cel 30, 84.
I Cel 30, 86.
Cf. J. Ratzinger, El Dios de Jesucristo, Salamanca 1981.
En España y en los países de nuestra cultura, decimos «el buey y la mula» en vez de «el buey y el asno». Esto hay que tenerlo en cuenta muy particularmente en las alusiones que se hacen a la Biblia, que no se ajustan a la «mula», sino al «asno» y en lo que dirá más adelante Mons. Albino luego Juan Pablo I (N. del T.)
I Cel 30, 84.
J. Ziegler.
. I Ce130, 86.
Para completar la exposición de Iñigo, aquí os pongo el Evangelio de Mateo:
Mt 2, 1-12
1 Habiendo pues,
nacido Jesús en Belén de Judá
en los días del Rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos Magos,
2 diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarle.
3 Al oír esto, el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén,
4 y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde debía nacer el Cristo.
5 Ellos le contestaron:
En Belén de Judá
, pues así fue escrito por el profeta
6 "Y tú, Belén, en el país de Judá, de ningún modo eres la más pequeña entre las ciudades principales de Judá; pues de tí saldrá el príncipe que será el pastor de mi pueblo Israel" (Miq 5, 2)
La desubicacion del Nacimiento del Niño... ¿ sera solo el principio del cambio en la Iglesia Catolica ?
Empezaran a replantearce cuestiones como ...la virginidad de Maria, los hermanos carnales de Jesus, su posible partenidad.
Han destapado un tarro que huele mal.
¿ Veremos a famosos belenistas, a partir de ahora, en el " Tomate "...discutiendo la vida del Nazareno.
¿Sabia algo de esto la Real Academia de la Lengua y por eso no permitian incluir la palabra belenista, en el diccionario?
Si ellos son los primeros en sembrar viento .... ¿ Donde llegaremos ?
Que absurdo me parece todo esto.
Mejor no continuo con mi reflexion
PAZ Y BIEN
Pues resulta, que lamentablemente no es una exageracion.
Ayer en un programa de la 5, a la 1.00 h. de la madrugada, tocaron el tema y salieron a relucir todo lo que espongo en el correo anterior.
Fue increible "el castigo" que le dieron a los catolicos, amparandose en la desubicacion del Nacimiento.
Lo mas triste de esto fue los aplausos del publico cada vez que era increpada la Iglesia.
La verdad que no se de que os escandalizáis.
Para empezar ya esta claro que el periodista que lo ha escrito, ha mostrado poca profesionalidad al no haberse documentado lo mínimo en lo que decía los Evangelios canónicos. Porque cuando se habla de algo hay que tener al menos una mera idea; salvo que lo que se pretenda es buscar la confusión entre las gentes que menos cultura tienen
En segundo lugar yo no me atrevo a decir que no es verdad lo que dice el Papa, ya que es una persona muy documentada e investigadora (es una autoridad en teología, y no por se Papa, sino por sus estudios e investigaciones)
En tercer los Evangelios Canónicos (únicos aceptados por la iglesia, por ser los más verosímiles), son los que recogen lo poco que sabemos del nacimiento de Jesús. Estos Evangelios (S. Lucas 2:1-20 y S. Mateo 2: 1-6), nos cuentan lo que han oído de lo que sucedió, y su principal misión no es contar la biografía de Jesús, sino su doctrina.
La aparición del buey y del asno, que no la mula, no aparecen en los evangelios de S. Lucas o de S. Mateo sino en un evangelio apócrifo (creo que en el Protoevangelio de Santiago, en estos momentos no estoy seguro) y apócrifo significa fabuloso o fingido, que hay zonas mas o menos creíbles, que son las que permite como creíble, que no como seguras, la Iglesia Católica y hay otras pues muy fabulosas, que cuando uno las lee, esta pensando para sí: la que me esta metiendo. Esto de querer adornar las cosas de forma fabulosa es muy típica de los orientales, así como exagerar en el numero de participantes en batalla etc.. . (De esto ultimo os voy a poner un ejemplo: Se dice que Córdoba en la época del Califato, alcanzo más de medio millón de habitantes. Si te paras a pensar, la extensión que tubo es como mucho la que hay ahora, pero ahora hay edificios de muchas plantas y aun así tiene 314.805 habitantes). Volviendo al tema, en ninguno de los evangelios que relatan el nacimiento (Lucas y Mateo) no nombran para nada, ni el buey ni el asno. Es mas cuando Santa Elena madre del emperador Constantino, se fue a tierra santa a buscar los lugares donde nació y murió Jesús, era el siglo III, esto seria equivalente a intentar reconstruir y buscar objetos de nuestros tatarabuelos o el padre de nuestros tatarabuelos, como podréis comprender es muy difícil.
Resumiendo, dejemos que los investigadores y autoridades en la materia profundicen en el tema y no hagamos nosotros de jueces cuando sabemos bastante menos que ellos. En una palabra hay que aplicarse aquello que dijo Felipe II a un zapatero que le estaba dado consejos de cómo gobernar el imperio: “zapatero a tus zapatos”
En cuanto al programa de TV, ya sabemos todos como funcionan ciertas cadenas como: TVE-1, TVE-2, la 4 Tele-5 y en ocasiones Localia y la Sexta . ¿De que nos extrañamos?
Y para terminar, os deseo una feliz entrada y salida de año
Un saludo muy cordial
Jesús, te voy a contestar y no quiero entrar en polémica, porque a mi modo de ver, esta todo bastante claro.
Creo que tan culpable es el periodista que lo ha puesto, como su redactor, director, etc.., y lo mismo te digo de los de TV. Tu no te preguntas qué: ¿la noticia ha debido pasar muchos filtros y que sin embargo la han dejado pasar?, y por supuesto, que haya uno indocumentado o sea mal profesional, bueno, pues puede pasar, ¡pero que sean todos!. ¿No crees que verdaderamente detrás hay algo más?.
A mí me merecen respeto todas las personas, incluso -y con más motivo- las que dicen sandeces. No así las opiniones, unas me merecen respeto y otras me parecen abovinables y otras simplemente equivocadas. Existe la verdad y existe la Verdad y mal vamos si pensamos que no existe, ya que la razón de nuetra vida es su busqueda. Tenemos una absoluta necesidad de aferrarnos a la verdad y si se nos presenta delante del rellano de nuetra casa un ascensor normal y otro que no tiene fondo, bien que averiguamos cual es el verdadero ascensor y cual el falso.
En fín, hacía mucho tiempo que no se decían tantas tonterías en el foro, con todo mi respeto hacia las personas que las han manifestado, incluso para el analfabeto licenciado en periodismo.
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