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Foro de Belenismo

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ayuda: posición mula y buey

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raquel1978

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Pastorcillo

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Ubicación: NAVARRA
Hola:

Necesito saber la posición de la mula y el buey, y por qué se colocan así. Debe haber alguna caracterísitica que hace que que la posición sea así.
Lo necesito saber hoy, es urgente. Es para un concurso para mi hija.

Gracias

calico

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Pastorcillo

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Ubicación: Aragón
Las monjitas suelen colocar a la mula de espaldas al niño y, como castigo por su "insulto", es por lo que es mula, es decir, esteril.
Como te he dicho, eso lo he oido decir a varias monjas de distintas congregaciones ¿¿¿¿????.
El buey, te puedo decir que a veces lo colocamos muy cerca y suelto, sin una separación, pues bien, recuerdo pasar por una cuadra y donde estaban las vacas sin cuidado, pero cuando pasábamos por donde estaba el toro, mucho cuidado y mucho miedo. En consecuencia creo que se debería colocar en un recinto cerrado, vallado o, al menos atado a su pesebre (por si a caso se le ocurre embestir).

Oriente

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Pastorcillo

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Ubicación: Pamplona

He visto y he colocadp de distintas maneras la mula y el buey. A veces me da la impresión de que se pretende jerarquizar y regularizar todo cuando pocas cosass y menos todavía en el belenismo encajan dentro de rígidos moldes. En el Belén hay que respetar la variación que dá mas posibilidades. Hay artesanos muy rígidos en sus preducciones, sobre todo los menos creativos y te hacen los animales e incluso la Virgen y san José de forma que solo admiten una determinada composición, pero gracias a Dios otros permiten distintas formas de componer la posición de los personajes. Recuerdo un diorama que anda por el foro de buscando posada de Daniel José con la virgen agotada y José llamando a la puerta. Pues bién, esta escena tiene dos san José de distinto tamaño que permite hacer distintos montajes con la Virgen en primer término y José detrás o al  revés.

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jeremfer

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Ubicación: Ponferrada (León)
Pues no existe posición concreta...normalmente en una cuadra, pero poco más, así que no te comas mucho el coco que estamos empezando el año..Saludos
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Juan Velita

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Pastorcillo

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Ubicación: Colombia
Hola Raquel, yo creo qué eso es libertad de cada escultor, depende de cómo vea la escena de la navidad del Señor, depende de cómo la plasme, supuestamente unos estarán echados, otros en pie, no crees? la posición es libre, imagina en que posición pueden estar unas bestias?

Yo he transcrito un texto en Espiritualidad del Belén, es del Card. Joseph Ratzinger, (Benedicto XVI), sobre el acontecimiento, si quieres te das una pasadita y lo lees, es bastante interesante, más concretamente en el capitulo II.

Ahora, si pensamos cómo tal, en qué hacían esos animales en el establo de belén y cuál sería su posición, pues me imagino que estarían echados adorando a su creador.

Saludos!

http://foro.belenismo.net/forums/thread-view.asp?tid=10579&posts=1&...
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Gabacho

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Pastorcillo

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Ubicación: Huelva
Una cosilla: aquí se trata de un buey, no de un toro. Un buey (que, como ya sabemos, es un toro castrado) suele ser mucho más manso, grande y fuerte que un toro entero. Por lo tanto, no creo que necesite estar encerrado para proteger al niño.

CCAMPOS

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Pastorcillo

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Ubicación: Rep Dominicana
soy de los que creo que por mas incivilizados que hayan sido en esa epoca, ninguna madre iba a exponer a su recien nacido al lado de dos bestias, por lo que generalmente yo los coloco fuera de la escena de la familia
pero para los gustos se hicieron los colores y cada autor interpreta a su manera la vision de ese pasaje y es valido
saludos
banbi

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Pastorcillo

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Ubicación: pueblecito de sevilla
si los pones fuera entonces el niño se encontrara solo cualquiera se acerca jajajaja,,es broma ami me gusta dentro ,es la tradicion ,,pero cadacual tiene su gusto ,,

JeanPierre

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Pastorcillo

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Ubicación: comtat de Nissa

en los iconos antiguos bisantinos tanto los griegos como los rusos se suelen poner el buey y la mula ( o el borrico ) detras del niño Jesus  casi encima del pesebre , ya que son ambos supuestos recalentarle con su tibio aliento  ,  es por eso que en los belenes franceses se los suelen poner detras , de pié o acostados pero siempre muy cerca del Chiquitin ; por otro lado la Cueva Santa de Navidad es con mucha probabilidad un establo y la calefaccion de origen animal  , quizas con ayuda de un brasero a pesar del peligro de incendio?



Modificado por JeanPierre 26/10/2012 23:37




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JeanPierre

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Pastorcillo

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Ubicación: comtat de Nissa

«Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento».


Memen

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Yo personalmente nunca los pongo, ¿porque?

En las narraciones del nacimientod e Cristo ;Ninguno de los dos evangelistas, Lucas y Mateo hablan de una mula ni d e un buey, no existen para ellos , lo mismo que tampoco se habla del numero d  e magos 

En lo unico que menciona ala mula y al buey es el evangelio apocrifode llamado Pseudo-Mateo

 “Tres días después de nacer el señor, salió María de la gruta y se aposentó en un establo. Allí reclinó al niño en un pesebre y el buey y el asno le adoraron. Entonces se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “El buey conoció a su asno y el asno el pesebre de su señor”. Y hasta los mismos animales entre los que se encontraba le adoraban sin cesar. En lo cual tuvo cumplimiento lo que había predicho el profeta:
Pero como romper esta tradicción .sigamos poniendoi una mula y un buey
 


julen

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Pastorcillo

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Ubicación: navarra
Yo si.
Segun Leticia Arbeteta, tanto la mula y el buey son personajes principales en el belen tradicional.

Esplica un poco lo que representa o significan ambos animales en la iconografia.
Pone tambien algun poema antiguo que hace referencia a estos animales, os pongo uno, que me hace gracia.

La mula, la vaca
la paja y el heno
son los que acompañan
a este Rey del Cielo.
La mula le tira coces,
La vaca le echa aliento,
!Maldita seas por mula.!
De ti no salga provecho.


El libro de las citas de Letizia es "Oro, Incieso y Mirra."
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Memen

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Julen ,me encantan en los belenes ,pero no soy la unica que no los pone
El Papa Benedicto XVI ha eliminado  la mula, el buey y los pastorcillos en el Nacimiento del Vaticano.
También llamó la atención que el misterio no se realice en el portal de Belén: esta vez, Jesús nació en casa de San José en Nazaret, lo que ha generado controversia en torno al lugar de nacimiento de Cristo.
La ortodoxia católica ha venido dando por sentado, al menos en los tiempos modernos, que la llegada al mundo de Jesús se había producido en un establo en Belén, tal como lo narra el evangelio de San Lucas. Es así que todos los años se levantaba el Nacimiento siguiendo esa línea en la mitad de la plaza de San Pedro del Vaticano.
S
El pontífice, seguidor de la ortodoxia más estricta  basó las modificaciones en el evangelio de San Mateo.
Cabe señalar que la mayoría de las figuras representadas en la tradición proceden de los Evangelios Apócrifos, fuente histórica pero no teológica.
Es que el Papá y yo somos Seguid¡ores de Mateo

Julen ,me encantan en los belenes ,pero no soy la unica que no los pone

El Papa Benedicto XVI ha eliminado  la mula, el buey y los pastorcillos en el Nacimiento del Vaticano.La ortodoxia católica ha venido dando por sentado, al menos en los tiempos modernos, que la llegada al mundo de Jesús se había producido en un establo en Belén,Cabe señalar que la mayoría de las figuras representadas en la tradición proceden de los Evangelios Apócrifos, fuente histórica pero no teológica.

Pero digo yo que más dá,poner la mula y el buey  mientras pongamos el misterio.que es lo que realmente queremos representar .todo lo demas es comparsa,tradición y la belleza que le transmita el belenista

 

 

 



Modificado por Memen 30/10/2012 11:59

LUISPO

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Pastorcillo

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Ubicación: Madrid (Boadilla del Monte)

Memen - 30/10/2012 10:12

Yo personalmente nunca los pongo, ¿porque?

En las narraciones del nacimientod e Cristo ;Ninguno de los dos evangelistas, Lucas y Mateo hablan de una mula ni d e un buey, no existen para ellos , lo mismo que tampoco se habla del numero d  e magos 

En lo unico que menciona ala mula y al buey es el evangelio apocrifode llamado Pseudo-Mateo

 

 “Tres días después de nacer el señor, salió María de la gruta y se aposentó en un establo. Allí reclinó al niño en un pesebre y el buey y el asno le adoraron. Entonces se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “El buey conoció a su asno y el asno el pesebre de su señor”. Y hasta los mismos animales entre los que se encontraba le adoraban sin cesar. En lo cual tuvo cumplimiento lo que había predicho el profeta:
Pero como romper esta tradicción .sigamos poniendoi una mula y un buey
 

 

 

Pues haces muy mal Carmen, muy mal y voy a intentar darte unas razones para que los pongas como quieras, pero que los pongas.

 

"La mula y el buey ya estaban allí. Estaban allí antes de que llegaran José y María. Estaban alli porque lo dice la leyenda , porque la mula y el buey siempre han sido asi de buenos y porque el Niño quiso que estuvieran allí para cuando Él llegara.

Y además de la mula y el buey, estaban allí ,picoteando, dos gallinas que se habían comprometido a poner, cada una, un huevo diario, allí en la paja, para que los tomara Maria.

Había también un ratón que quería ver todo aquello, pero que se había quedado apartado y escondido para no asustar a la Virgen.

No estaban los hombres pero estaban los animales. Estaban los animales para recibir al Niño, porque no tenian otra cosa mejor ía quinto o sexto de la Creación. Que dijo Dios, despues de crearlos, que los animales eran buenos..."

P.Pedro Irialogoitia, S.J. (Conciencia animal).

Y la mula y el buey estaban alli porque lo dice la leyenda. Y la leyenda nos encanta a todos, a los niños de verdad y a los "otros", y dice asi:

Hace mas de 2000 años, en Belén, habia un campesino que tenía un buey y una mula muy, muy viejos y, por lo tanto, resultaban ya inservibles para trabajar en el campo. En otro tiempo, habían sido animales vigorosos y trabajadores que habían ayudado tanto al campesino, que este les había tomado verdadero cariño. Tal era el cariño que mostraba por ellos, que estaba deseando que sus vidas se apagaran ya para que, por fín, pudieran gozar de su merecidísimo descanso y no sufrieran más. Pero el tiempo pasaba y los animales seguían consumiéndose; hasta tal punto llegaron que el propio campesino decidió, con lágrimas en los ojos, que al día siguiente los llevaría al matadero para poner fín a esa pesadilla. Esa noche iba a ser eterna para todos y, entonces, algo inesperado les ocurrió.

En plena vigilia, sucedió que una mano invisible, a través de un estrecho pasadizo, los condujo hacia un establo. Ellos pensaron: ¿será ya nuestra hora? ¿nos obligaran a un último esfuerzo en esta noche tan fría?...¡ estamos tan cansados !...

Sorprendidos, entraron en una gruta que tenía una luz especial y se aproximaron hacia un pesebre. Pensaron que iban a comer algo de heno pero quedaron maravillados cuando vieron que allí dentro, entre unas pajas, tiritando, había un recién nacido. Un hombre inclinado, que debía ser su padre, procuraba calentar al Niño con su aliento. El buey y la mula comprendieron inmediatamente. Debían, también con su aliento, calentar a la criatura. Acercaron sus hocicos.

Cuando percibieron la belleza y la luz que irradiaba el Niño, los animales se estremecieron de la emoción. Desaparecieron sus dolores y achaques y, con sus hocicos bien cerquita del Niño, empezaron a respirar lentamente sobre Él, y asi se fué calentando.

El frío había desaparecido, ya no tiritaba; de repente, el Niño, abrió los ojos. "Ahora se pondrá a llorar" - pensaron los animales -, "se asustará con nuestros feos hocicos"... Pero el Niño, por el contrario, les miró con mucho amor y extendió su manita para acariciar sus hocicos. Y el Niño reía...

Y reía tanto que dijo José a María. "No para de reir". Y María sonrió y quedó callada. Sabía perfectamente que era un milagro de su Hijo.

El caso es que los animales también se sintieron alegres. Ellos que sólo habían servido para ser bestias de carga..., ahora habían sido testigos directos del maravilloso acontecimiento, habían contribuido a que el Niño no tuviera frio...   ¡ qué orgullosos estaban !.

Por la mañana, cuando el sol ya calentaba, decidieron volver a su establo. Al divisar su casa, echaron a correr al galope. En ese momento...se dieron cuenta...que estaban realmente llenos de vitalidad.

El campesino los miró sorprendido y dijo: -" ¿ Pero...estos son mis viejos animales ? ¿ Cómo es que estan tan vigorosos, con la piel lisa y brillante y las patas firmes y fuertes ? "-.

Y dejó que se quedaran, olvidando la idea que tanto le apenaba.

Durante muchos mas años, sirvieron fielmente a su dueño. Pero él, siempre se preguntaba:

-" Dios mío, ¿ quién transformó, de repente, en jóvenes y robustos a la mula y el buey, tan viejecitos como eran ?..."-.


Como todos sabemos, o deberíamos saber, la presencia de la mula y el buey en el Belén es tan antigua como él mismo. Aunque no existe referencia alguna en el N.T. sobre la existencia de estos animales en el nacimiento de Jesús, fué San Francisco el que tuvo la idea de colocarlos en el primer belen de la historia, allí en la cueva de Greccio cuando dijo:

"- Desearía provocar el recuerdo del niño Jesus con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales como era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y un asno-"

Atendiendo las explicaciones del Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI), sobre la presencia de estos animales en el belén, se deduce que no son fruto de la fantasía; se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompañantes del acontecimiento navideño. En efecto, en Isaias 01/03 se dice concretamente: "conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento".

Los padres de la iglesia vieron en esas palabras una profecía que apuntaba el nuevo pueblo de Dios, a la iglesia de los judíos y de los cristianos. Ante Dios, eran todos hombres, tanto judíos como paganos, como bueyes y asnos, sin razón ni conocimiento. Pero el Niño, en el pesebre, abrió sus ojos de manera que ahora reconocen ya la voz de su dueño, la voz de su Señor. (J.Ratzinger)

Asi pues, estos animales son considerados como símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la iglesia.

Estos animales tienen muchas cosas en común pero, sobre todo, hay una que se manifiesta durante toda su vida, el sufrimiento. Efectivamente, son animales de carga, de trabajos muy pesados, que son molidos a palos a lo largo de su vida, que algunas veces son cegados -como el caso de la mula que hace girar la noria-, que los hacemos inservibles para la procreación,..y todo esto hace que sean brutos, elementales y burdos.

En definitiva, si analizamos como viven, su existencia parece no tener mucho sentido, por eso quizá el Niño los eligi, para compensarlos de alguna forma, para que fueran los primeros testigos del maravilloso acontecimiento alli, muy cerquita de Él, dándole todo el calor posible.

Quizá todo esto explique el por que estos animales no se hubieran alborotado ante la invasión de su descanso, que no se hubieran liado a costaladas, bufidos, pezuñazos...y, por el contrario se quedaran echados, tranquilos, y, con mucho amor, enfocaran el aliento de sus hocicos hacia aquel puñadito de carne sonrosada y llorona proporcionándole una manta cálida de ternura.

La mula y el buey, a su modo, sabían lo que estaban haciendo, lo que estaba naciendo...

Desde entonces los vemos, en nuestros belenes, tranquilamente postrados, sobre un mullido lecho de pajas, comiendo y descansando y, por un momento, se nos olvida su penosa, fatigada y monotona vida.

Y como bien dice la escritora Cuca Alonso, que incluso se atrevió a "bautizarlos" - "Janina" la mula y "Tarón" el buey -, existe una gran similitud entre las vidas de estos animales y las nuestras en el sentido, por ejemplo, "del esfuerzo de nuestras vidas, el cansancio, el miedo, la rebeldía o la sensacion de fracaso". Sin embargo de todo ello quedó lo positivo. La mula y el buey, pese a sus quejas y lamentos, se quedaron con que, al final, habían sido ellos y no otros animales los testigos del nacimiento de Cristo.

Por si te parece poco, así, a modo de puntilla, apuntar una última razón que refuerce todo lo anterior; los niños, que son los que más disfrutan viendo un belén, no hay más que mirar sus caritas, disfrutan muchísimo viendo animales y además, como son tan preguntones, seguro que echan en falta su presencia en cualquier belén y te obligarás a dar demasiadas explicaciones.

Espero que, a partir de ahora, nunca falten en tu belén.

Un beso.


 


 

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Memen

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Creo q ue San Francisco en su representación ya los puso
Pero digas lo que digas Luis y ateniendonos a los autenticos y más antiguos narradores del nacimiento,los dos evangelistas ..............para ellos la mula y el buey nunca existiron
Y no e s una leyenda el origén del buey y la mula surgen al leer el evangelio apocrifo antes mencionado
Otro cantar es la tradición porque por ejemplo el caganet seguro que tampoco estaba en Belén cuando nacio Jesús,bueno pudo haber algun pastorcito al que le dío un apretón creca del establo jajajajaen esta vida todo es posible ,por poner un ejemplo
Vamo si ni sabemos con certeza que naciese en Belén
Y sintiendolo mucho, yo no me bajo del burro jajajo mejor de la mula en este caso.


Memen

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He encontrado este articulo, sobre nuestros protagonistas d e hoy que igual dan luz a este misterio .

Hay un versículo en Isaías que viene como de molde para explicar la presencia de estos dos humildes animales en el pesebre de Belén: «Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento»

En los belenes populares, como en todas las representaciones iconográficas que a lo largo de los siglos se han hecho de la Navidad, nunca faltan el buey y la mula (o un asno, dependiendo de las latitudes), entibiando con sus hálitos a ese Niño que acaba de nacer en un pesebre.

      Sin embargo, el buey y la mula no aparecen por ninguna parte en la narración evangélica del Nacimiento, que está llena de rasgos asombrosos de observación y de frases incidentales que contribuyen a completar un cuadro de gran patetismo: «Estando [María] allí [en Belén], se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre; porque no había para ellos lugar en la posada» .

      Pero la tradición ha querido incorporar a tan conmovedora escena una mula y un buey; y en la propia insistencia de la tradición, que se remonta a los primeros siglos del cristianismo, tiene que haber algún significado, pues no se colarían de matute dos bichos tan grandes en un sitio tan pequeño si nadie les hubiese dado vela en el natalicio. ¡Pues anda que no le hubiese resultado fácil a  Lucas  añadir que un ángel brindaba calor al niño, envolviéndolo con sus alas!

      Por otro lado, no parece del todo claro que en Belén hiciese frío aquella noche (por mucho frío que haga, al menos en el hemisferio boreal, en la noche elegida para rememorarla), pues a renglón seguido se nos anuncia que «había en la región unos pastores que pernoctaban al raso y de noche se turnaban velando sobre su rebaño» ; de donde se desprende que la noche era grata y serena, si acaso con un poco de relente del que los pastores se defenderían apretujando sus cuerpos a los de las ovejas que custodiaban, pues de lo contrario se habrían recogido en la majada.

      Conque, hemos de concluir, el Niño que acaba de nacer en el pesebre disfruta de una noche medianamente apacible; y con los pañales con que su Madre lo ha enfajado puede que le baste (y aun le sobre, conociendo la propensión de las madres a abrigar en exceso a sus hijos recién nacidos) para no sufrir el relente. Y, además, por el lugar revolotean los ángeles, que si tienen tiempo para el trajín de andar anunciando el acontecimiento a los pastores, mucho más lo tendrían para hacerle de estufas o edredones nórdicos al Niño.

      El buey y la mula parecen, pues, convidados superfluos, incluso intempestivos, según el principio de economía narrativa que debe presidir un buen relato; y por eso los evangelistas no los mencionan, estuviesen o no participando de tan gozosa escena. Pero la tradición iconográfica nunca ha dejado de incluir el buey y la mula en el reparto; para lo que se han buscado todo tipo de explicaciones teológicas, poéticas o meramente peregrinas.

      Así, por ejemplo, algunos Santos Padres interpretan que el buey y la mula representan la unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento, o a la iglesia de los judíos y de los gentiles. Y, según una leyenda muy extendida, se afirma que  San José  llevaba el buey para pagar el tributo al César; y que la mula había servido de cabalgadura a  María , puesto que de Nazaret a Belén hay cuatro días de camino a pie, que no parecen muy recomendables para una mujer encinta y con los apremios del parto.

      Pero, como algún comentarista bíblico ha observado, no resulta verosímil que a un hombre que llega conduciendo un buey y a una mujer que viene subida en una mula se les niegue sitio en la posada; pues tan pobres no debían de ser. Seguro que la mula fue prestada; y el tributo que José pagara al César en el empadronamiento, siendo un carpintero más bien menesteroso, no creo que fuese tan magnífico.

      Hay un versículo en  Isaías  que viene como de molde para explicar la presencia de estos dos humildes animales en el pesebre de Belén:  «Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento» . Buey y asno (o buey y mula, en los países de nuestra cultura) representarían así ese conocimiento intuitivo de las cosas naturales que sólo los animales tienen, esa suerte de sexto sentido que les hace recogerse ante la inminencia de una tormenta, mientras a los hombres los pilla el chaparrón desprevenidos.

      Y eso simbolizan esas dos figuras que seguimos colocando en nuestros belenes: lo que había ocurrido en aquel pesebre, a las afueras de Belén, había pasado inadvertido al común de los hombres; pero los animales lo presagiaban en el aire: sabían intuitivamente que el universo acababa de ser restaurado, sabían que la creación entera había sido renovada. Habían reconocido en ese Niño a su Señor. 

Fuente

http://www.almudi.org/Inicio/tabid/36/ctl/Detail/mid/379/nid/5217/pnid/8//buey/mula/Default.aspx

Tambien hay leyenda como bien has dicho 

 

 



Modificado por Memen 30/10/2012 12:26
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Memen

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Pues va ser dificíl ponerlos no me caben jajajaj Y mi opinión sobre que a los que más les gustan los belenes es a los niños,sinceramente creo que no solo los hacemos para ellos ,hacer un belén es un arte y si esta bien hecho le gustara y apreciara toda persona a la que le guste algo bello.los niños ven muchas figuras, mucho color pero no aprecian su belleza como tal



Modificado por Memen 30/10/2012 12:33

LUISPO

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Memen - 30/10/2012 12:13

Creo q ue San Francisco en su representación ya los puso
Pero digas lo que digas Luis y ateniendonos a los autenticos y más antiguos narradores del nacimiento,los dos evangelistas ..............para ellos la mula y el buey nunca existiron
Y no e s una leyenda el origén del buey y la mula surgen al leer el evangelio apocrifo antes mencionado
Otro cantar es la tradición porque por ejemplo el caganet seguro que tampoco estaba en Belén cuando nacio Jesús,bueno pudo haber algun pastorcito al que le dío un apretón creca del establo jajajajaen esta vida todo es posible ,por poner un ejemplo
Vamo si ni sabemos con certeza que naciese en Belén
Y sintiendolo mucho, yo no me bajo del burro jajajo mejor de la mula en este caso.



Pero es que, en mi opinión, no hay que confundir la narración evangélica con la representación plástica de la misma, o sea con un belén, ya que fué el propio San Francisco, inventor de esta disciplina, el que ya se tomó la licencia de representar la misma pero aderezada con simbolismos y porqué no, con toques de cierta poesía que reforzaran a ojos de los demás, lo que él quería representar, de una forma similar a lo que ocurre cuando los evangelistas nos cuentan la vida de Jesús, ya que, si quisiéramos encorsetar tanto la representación del Nacimiento, probablemente todos lo haríamos mal o lo que es peor para nosotros como belenistas, todos los belenes tendrían que ser iguales..., ¿qué sería de nuestros pastores, y de nuestros animales, y de nuestros villancicos...?, un poco aburrido, ¿no?.

Y ya sé que a pesar de ser riojana "afincada" en Madrid, bien pareces de otra tierra que, dicen, son testarudos a más no poder.

Tú misma...
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La mula y el buey junto al pesebre

Cardenal Joseph Ratzinger

   
   

 

Autor: Card. Joseph Ratzinger

El rostro de Dios, Ediciones Sigueme, Salamanca 1983, 19-25.

La antigua fiesta de los cristianos no es la navidad, sino la pascua: solamente la resurrección del Señor constituyó el alumbramiento de una nueva vida y, así, el comienzo de la iglesia. Por eso ya Ignacio de Antioquía (+ lo más tarde el 117 después de Cristo) llama cristianos a quienes «no observan ya el sábado, sino que viven según el día del Señor»[ 1 ]: Ser cristiano significa vivir pascualmente a partir de la resurrección, la cual es celebrada semanalmente en la festividad pascual del domingo. Que Jesús nació el 25 de diciembre lo afirmó ya con seguridad por primera vez Hipólito de Roma, en su comentario de Daniel, escrito más o menos en el año 204 después de Cristo; el investigador que trabaja en Basilea, Bo Reicke, basándose en ciertos indicios, cree poder demostrar que ya Lucas en su evangelio presupone el día 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús: en ese día se celebraba entonces la fiesta de la consagración del templo, establecida por Judas Macabeo en el año 164 antes de Cristo, y la fecha natal de Jesús simbolizaría de esta manera que, con él, como verdadera luz de Dios que irrumpe en la noche del invierno, se operó realmente la consagración del templo, la llegada de Dios a esta tierra.[ 2 ]


I

Sea lo que fuere de esto, lo cierto es que la verdadera figura que le corresponde la recibió la fiesta de navidad por primera vez en el siglo IV, cuando arrumbó la festividad romana del Dios-Sol invicto y presentó el nacimiento de Cristo como la victoria de la verdadera luz; que en esta refundición de una fiesta pagana en una solemnidad cristiana se tomaron asimismo antiguos elementos de la tradición judeo-cristiana, se hace patente por las informaciones de Bo Reicke.

Sin embargo, el especial calor humano que tanto nos conmueve en la fiesta de navidad y que incluso en los corazones de la cristiandad ha sobrepujado a la pascua, se desarrolló por primera vez en la edad media, y aquí fue Francisco de Asís el que, partiendo de su profundo amor al hombre Jesús, hacia el Dios-con-nosotros, contribuyó a introducir esta novedad. Su primer biógrafo, Tomás de Celano, nos cuenta en su segunda biografía lo siguiente: «Más que ninguna otra fiesta celebraba él la navidad con una alegría indescriptible. Él afirmaba que ésta era la fiesta de las fiestas, pues en ese día Dios se hizo un niño pequeño y se alimentó de leche del pecho de su madre, lo mismo que los demás niños. Francisco abrazaba -¡y con qué delicadeza y devoción!- las imágenes que representaban al niño Jesús y lleno de afecto y de compasión, como los niños, susurraba palabras de cariño. El nombre de Jesús era en sus labios dulce como la miel».[ 3 ]

De tales sentimientos procedió la famosa celebración de la navidad en Greccio, a la cual le pudieron animar e incitar su visita a la tierra santa y al pesebre que se halla en Santa María la Mayor en Roma; pero lo que sin duda influyó más en él fue el deseo de más cercanía, de más realidad. Y le movió asimismo a ello el deseo de hacer presente a Belén, de experimentar directamente la alegría del nacimiento del niño Jesús y de comunicar esa alegría a sus amigos.

De esa noche del pesebre nos habla Celano en la primera biografía, de tal manera que conmovió cada vez más a los hombres y, al mismo tiempo, contribuyó decisivamente a que pudiera desarrollarse y extenderse esta hermosísima costumbre de la navidad: la de montar «belenes» o «nacimientos».

Un curioso dato de esa noche me parece especialmente digno de ser mencionado. La región de Greccio había sido puesta a disposición de los pobres de Asís por un señor noble llamado Juan, del cual refiere Celano que, a pesar de su alta alcurnia y de su destacada posición, «no daba ninguna importancia a la nobleza de la sangre y sí mucha a la del alma que trataba de alcanzar». Por eso se había granjeado el amor de Francisco.[ 4 ]

De ese Juan nos cuenta Celano que, en aquella noche, se le otorgó la gracia de una visión. Vio que en el pesebre yacía un pequeño niño inmóvil, el cual se despertó de su sueño al aproximarse san Francisco: «Esta visión correspondía -dice Celano- a lo que efectivamente ocurrió, pues el niño Jesús se hallaba dormido a la sazón por estar olvidado en muchos corazones. Pero, a través de su siervo Francisco, se despertó el recuerdo de él y se imprimió imperecederamente en su memoria».[ 5 ]

En esta imagen describe con toda exactitud la nueva dimensión que Francisco otorgó a la fiesta cristiana de la navidad mediante su fe que penetraba en los corazones y en sus sentimientos más profundos: el descubrimiento de la revelación de Dios, que radica en el niño Jesús. Por ello se convirtió realmente en el «Emmanuel», en el Dios con nosotros, del cual no nos separa ningún obstáculo de sublimidad o lejanía: como niño, se aproximó tanto a nosotros que le podemos tratar sin rodeo de tú y, como nos acercamos al corazón de un niño, podemos tratarle con la confianza del tuteo.

En el niño Jesús se hace patente, más que en ninguna otra parte, la indefensión del amor de Dios: Dios viene sin armas, porque no pretende asaltar desde fuera, sino conquistar desde dentro y transformar a partir de dentro. Si algo puede desarmar y vencer a los hombres, su vanidad, su sentido de poder o su violencia, así como su codicia, eso es la impotencia de un niño. Dios eligió esa impotencia para vencernos y para hacernos entrar dentro de nosotros mismos.

Pero no olvidemos en este punto que el mayor título de dignidad de Jesucristo es el de «hijo», hijo de Dios; la dignidad divina se describe mediante una palabra que muestra a Jesús como un niño ( = Hijo) que siempre ha de permanecer como tal. Su ser-niño se halla en una única y particularísima correspondencia con su divinidad, que es la divinidad del «Hijo». Así su condición de niño es la orientación de cómo podemos llegar a Dios, a la divinización. A partir de ahí es como hay que entender aquellas palabras: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18,3).

El que no haya entendido el misterio de la navidad, no ha entendido lo que es más decisivo y fundamental en el ser cristiano. El que no ha aceptado eso, no puede entrar en el reino de los cielos. Esto es lo que Francisco pretendía recordar a la cristiandad de su época y a la de todos los tiempos posteriores.[ 6 ]


II

En la cueva de Greccio, por indicación de Francisco, se pusieron aquella noche un buey y un asno [ 7 ]. Efectivamente, él había dicho al noble Juan:

Desearía provocar el recuerdo del niño Jesús con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales cómo era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y un asno.[ 8 ]

Desde entonces, un buey y un asno forman parte de la representación del pesebre o nacimiento. ¿Pero de dónde proceden propiamente estos animales? Los relatos de la navidad del nuevo testamento no nos narran nada acerca de esto. Pero, si profundizamos esta cuestión, topamos con un hecho que es importante para todas las costumbres navideñas y sobre todo para la piedad navideña y pascual de la iglesia en la liturgia y al mismo tiempo en los usos populares.

El buey y el asno no son simples productos de la fantasía; se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompañantes del acontecimiento navideño. En efecto, en /Is/01/03 se dice concretamente: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento».

Los padres de la iglesia vieron en esas palabras una profecía que apuntaba al nuevo pueblo de Dios, a la iglesia de los judíos y de los cristianos [ 9 ]. Ante Dios, eran todos los hombres, tanto judíos como paganos, como bueyes y asnos, sin razón ni conocimiento. Pero el Niño, en el pesebre, abrió sus ojos de manera que ahora reconocen ya la voz de su dueño, la voz de su Señor.

En las representaciones medievales de la navidad, no deja de causar extrañeza hasta qué punto ambas bestezuelas tienen rostros casi humanos, y hasta qué punto se postran y se inclinan ante el misterio del Niño como si entendieran y estuvieran adorando. Pero esto era lógico, puesto que ambos animales eran como los símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la iglesia, nuestro misterio, puesto que nosotros somos buey y asno frente a lo eterno, buey y asnos cuyos ojos se abren en la nochebuena de forma que, en el pesebre, reconocen a su Señor.


III

¿Pero le reconocemos realmente? Cuando nosotros ponemos el buey y el asno en el portal, deben venirnos a la memoria aquellas palabras de Isaías, las cuales no son sólo evangelio -promesa de un conocimiento que nos ha de llegar- sino también juicio por nuestra ceguera actual. El buey y el asno conocen, pero «Israel no tiene conocimiento, mi pueblo no tiene inteligencia».

¿Quién es hoy el buey y el asno, quién «mi pueblo», que está sin inteligencia? ¿En qué se conoce al buey y al asno y en qué a «mi pueblo»? ¿Por qué se da el fenómeno de que la irracionalidad conoce y la razón se halla ciega?

Para encontrar una respuesta, debemos volvernos nuevamente, con los padres de la iglesia, a la primera navidad. ¿Quién es el que no conoció? ¿Y quién conoció? ¿Y por qué ocurrió así?

Ahora bien, el que no conoció fue Herodes, el cual tampoco comprende nada cuando se le anuncia el nacimiento del Niño. Sólo sabe de su afán de dominio y de su ambición de mando y de la manía persecutoria correspondiente y, por ello, se hallaba profundamente cegado (Mt 2,3). El que no conoció fue también «todo Jerusalén con él» (Ibid.). Quienes no conocieron fueron los hombres vestidos lujosamente, las gentes importantes (Mt 11,8). Los que no conocieron fueron los señores sabihondos, los entendidos en Biblia, los especialistas en la interpretación de la sagrada Escritura, los cuales conocían con exactitud los pasajes de la Biblia, y, sin embargo, no entendían una palabra (Mt 2,6).

Los que conocieron, comparados con esta famosa gentecilla del «buey y el asno» fueron: los pastores, los magos, María y José. ¿Podía ser de otra manera? En el establo donde él se encuentra no se ve gente fina, allí están como en su casa el buey y el asno.

¿Pero qué es lo que ocurre con nosotros? ¿Nos hallamos tan alejados del establo porque somos demasiado finos y demasiado sesudos para ello? ¿No nos enredamos también nosotros en sabihondas interpretaciones de la Biblia, en pruebas de la autenticidad o inautenticidad, de forma que nos hemos hecho ciegos para el Niño y no percibimos ya nada de él? ¿No estamos demasiado en «Jerusalén», en el palacio, encasillados en nosotros mismos, en nuestra propia gloria, en nuestras manías persecutorias para que podamos oír en seguida la voz de los ángeles, acudir al pesebre y ponernos a adorar?

Así en esta noche nos contemplan los rostros del buey y del asno que nos interrogan: mi pueblo carece de inteligencia, ¿no comprendes tú la voz de tu Señor? Cuando nosotros colocamos las figuras que nos son familiares en el pesebre, debemos pedir a Dios que otorgue a nuestros corazones aquella simplicidad o sencillez que sabe descubrir en el niño al Señor, tal como lo hizo, en tiempos, Francisco en Greccio. Entonces nos podría ocurrir lo que nos cuenta Celano, con unas palabras muy similares a las de san Lucas acerca de los pastores de la primera nochebuena (Lc 2,20), sobre los que participaron en la celebración de Greccio: todos regresaban a sus casas llenos de alegría. [ 10 ]

Notas

[ 1 ] Ignacio de Antioquía, Carta a los magnesios, 3,1.

[ 2 ] B. Reicke, Jatresfeier und Zeitenwende im Judentam und ChristentUm der Antike: TThQ 150 (1970) 321- 334. Las perspectivas de este articulo que echa por tierra el consenso habido hasta ahora de los investigadores sobre el origen de la navidad y de la epifanía, parece que apenas han conseguido acceso en el campo de la ciencia litúrgica.

[ 3 ] II Cel 151, 199.

[ 4 ] I Cel 30, 84.

[ 5 ] I Cel 30, 86.

[ 6 ] Cf. J. Ratzinger, El Dios de Jesucristo, Salamanca 1981.

[ 7 ] En España y en los países de nuestra cultura, decimos «el buey y la mula» en vez de «el buey y el asno». Esto hay que tenerlo en cuenta muy particularmente en las alusiones que se hacen a la Biblia, que no se ajustan a la «mula», sino al «asno» y en lo que dirá más adelante Mons. Albino luego Juan Pablo I (N. del T.)

[ 8 ] I Cel 30, 84.

[ 9 ] J. Ziegler.

[ 10 ] I Ce130, 86.

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julen

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No me seas riojana, el que los dos evangelistas, no dijeran nada de la mula y el buey, no quiere decir que no estuvieran.
Acabo de leer, que en la leyenda Aurea de Jacobo de Voragine, la mula del pesebre es la misma que va en la huida a Egipto, podria ser y el buey?.
En el belen De la Agustinas Recoletas, creo que Zamora, la mula en el pesebre, esta enjaezada, tanto para como para haber servido en el pedidendo posada, llevado a la virgen encima, como para estar preparada para la huida a Egipto.
Hay mucho simbolismo en el belen tradional.

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Julen en la vida real, soy todavia más riojana jajajaj

LUISPO

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julen - 30/10/2012 12:54

No me seas riojana, el que los dos evangelistas, no dijeran nada de la mula y el buey, no quiere decir que no estuvieran.
Acabo de leer, que en la leyenda Aurea de Jacobo de Voragine, la mula del pesebre es la misma que va en la huida a Egipto, podria ser y el buey?.
En el belen De la Agustinas Recoletas, creo que Zamora, la mula en el pesebre, esta enjaezada, tanto para como para haber servido en el pedidendo posada, llevado a la virgen encima, como para estar preparada para la huida a Egipto.
Hay mucho simbolismo en el belen tradional.


Además del simbolismo que hay en un belén tradicional, en mi opinión, debería existir la posiblidad de que a través de determinados personajes o situaciones, inventar historias para que los niños (que sigo insistiendo, deberían ser a los que se dirige el belén) sean capaces de involucrarse en los belenes como un estímulo más para motivarlos y la verdad, con la mula, o el asno, y el buey, uno puede crear verdaderas historias o cuentos como los que apuntas, de tal forma que al niño al que se las hayamos contado seguro que esa noche dormirá mejor y con una gran sonrisa, al menos así me pasaba cuando esto mismo hacía mi madre conmigo.

Por cierto, este hilo se ha rescatado a partir de la urgencia que tenía la persona que lo inició para saber en que posición debería poner a la mula y el buey, y ya hace dos años...no somos nadie.
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JeanPierre

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No sé de donde la buena y  querida amiga Memen nos habra' sacado la buena noticia de que el actual Papa hubiera eliminado al Buey y a la Mula ( o asno ) de los Belenes del Vaticano tal como quitado a los pstorcillos , os puedo assegurar de que asistiendo desde mas de veinte años a la misa del Gallo de la Basilica de San Pietro , se pueda verificar que la estatuita barroca del Niño Jesus después de haber presidido a la solemne misa desde el altar mayor de la basilica esté  , al final de dicha misa , solemnemente llevado por un diacona vestido de dalmatica  hasta el belén monumental montado  en la primera capilla que se ubica a la izquierda de la entrada del Templo , puesto por el diacono asistente y con muchos honores entre Jose y Maria , el buey y la mula ( asno ) sigue  incensado y venerado por el papa mismo . se quedara asi expuesto entre el buey y la mula ( asno ) hasta la Fiesta de la Cadenlaria ( o Purificacion de Maria ) .

 es también el Niño Jesus , de igual modo venerado , en el Belén de la Plaza de San Pedro donde se quedara también entre el buey y la Mula , bajo el arbol de Navidad , hasta la Candelaria .

 ......solo falta el Papa Noel



Modificado por JeanPierre 30/10/2012 14:16
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Memen

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Oriente

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Ese tema ya fué tratado aquí y todo0 fué producto de la mente calenturienta de los periodistas. La realidad es otra. El Papa sigue montando el belén que montaba en su infancia, con los mismos materiales. Lo cuenta su hermano en el reciente libro "Mi hermano  el Papa"

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