Cuando yo vivía en Madrid en los años 60 siempre se pasaba por las casas un mielero de la Alcarria, famosísima por su miel. Y si no recuerdo mal tenía una pinta idéntica a las fotografías, es decir, un aspecto más antiguo que los 80. Buscaré entre mis figuras, a ver qué encuentro. La de Castells la tengo seguro.
Pido a Emili que nos enseñe de forma práctica, en uno cualquiera de los hilos abiertos, cómo se han de colgar las figuras para que luego aparezcan en los buscadores.
Yo, que no soy un entusiasta de Mayo en figuras hebreas, soy un fanático de sus figuras madrileñas. No conocía el mielero, su sereno es excepcional. A ver si Iñigo puede darle la vuelta a tu foto.
Aporto un
mielero
de los Hermanos Castelles, figura de molde de 20 cm, que estuvo en venta el verano pasado en una colección magnífica de Tarragona. En el catálogo en venta lo reseña como:
Pastor con jarra (pintura especial)
.
Por cierto Félix, creo que la mielera de Montserrar Ribes, fue a encargarle cacharros de barro a Abdul.
Aporto un
mielero
de los Hermanos Castelles, figura de molde de 20 cm, que estuvo en venta el verano pasado en una colección magnífica de Tarragona. En el catálogo en venta lo reseña como:
Pastor con jarra (pintura especial)
.
Por cierto Félix, creo que la mielera de Montserrar Ribes, fue a encargarle cacharros de barro a Abdul.
Mielero de castells 20 cm sin pintura especial, jeje
"Por cierto Félix, creo que la mielera de Montserrar Ribes, fue a encargarle cacharros de barro a Abdul."
Me explique mal y si me refería exactamente a eso que me confirmas...pero creo que cambió de opinión fijaros en la expresión de los dos y en la conversación entre ambos, es un intercambio de especies! (parece el inicio de un Cuento interesante...a ver quien se atreve Malkior😉)...
Melissa, era una mujer viuda, vivía con su hijo Akram-ben-Malek y su esposa Najma. Eran una familia numerosa, vivían cerca de los alfafres. Malek, había desarrollado grandes técnicas que tanto su hijo y sus nietos habían continuado desde la sencillez del oficio y la funcionalidad del negocio.
Se acercan las fechas grandes. Han pasado los setenta después del Eid al-Fitr, y el pueblo empieza a preparar las del décimo día del del mes de Zil-Hajj. Como cuando desempolvamos las cajas y abrimos las vitrinas para apuntar nuestros apuntes de lo que vamos a proyectar y soñar. Así la ciudad se prepara, son los previos, los aprovisionamientos... es el momento de poner al alcance de los demás las cosas que necesitan para la fiesta.
Melissa, vivía con intensidad estos días de fiesta... desde que murió Malek, ella había tomado las riendas de la tardición y la transmisión de la fe tanto a su hijo, como a sus nietos... Junto con Najma, pasaban los días organizando y viendo lo más necesario para la fiesta. Akram-ben-Malek y sus mayores se encargaban del cordero y tenerlo bien cebado para el sacrificio. Las niñas ayudaban a la madre a que las provisiones de la fiesta estuvieran prestas en la despensa... y el pequeño, era el encargado de bajar a la plaza a vender las cosas de su padre.
Esos días la plaza era un hervidero de colores, de sabores... imaginaros el zoco: especies, corderos, telas, cacharros, plata, chirimías, verduras y frutas frescas, legumbres, chilabas nuevas y relucientes a precio de oro, babuchas llenas de fantasía... cacerolas, jaulas de madera, tajines de esparto, montañas de panes, puestos de chuparquías y pañuelos, jeringos y montañas de hierbabuena apiladas junto a inmensas teteras de bronce derramando oro líquido... ¡¡todo un espectáculo!!
Melissa solía comprar de todo en el zoco... pero había algo que se negaba a compar, las hacia ella... era su especialidad: las chebbakías... Las elaboraba con una masa cortada en tiras y dobladas en forma de flor... fritas en aceite hasta estar doradas... en ese momento, las bañaba en miel caliente durante unos minutos. Les daba un aspecto brillante, moreno como el ámbar y muy dulce. Después, su toque de anís, canela, azafrán, agua de azahar... y recubiertas de semillas de sésamo.
El más pequeño estaba aquella mañana en el zoco, rodeado de todos los cántaros y cacharros que en casa habían preparado para la venta, el intercambio... pero su mente estaba en Melissa, la abuela. Estas fiestas del
Aid Al Kebir
estaba algo nostálgica y empezaba a padecer los achaques del desgaste, la memoria y la edad... él quería vender, pero no le salían los reclamos, su único reclamo era poder escaparse de los cacharros e ir a buscar algo que a Melissa se le había olvidado por primera vez...
Salam Aleikum -
dijo una voz cortada y gastada por los años...
¿Que te pasa pequeño?,
prosiguió... El pequeño casi mintiendo con una excusa incierta, contestó:
nada, que la gente no quiere comprar cacharros de barro, se ve que las cosas modernas van supliendo al trabajo artesanal de siempre
. La señora le replicó:
es cierto, pero tus ojos reflejan una preocupación distinta... y yo te voy a ayudar...
A Yamina se le veía poco por el pueblo, ella venía de las montañas, de un poblado lejano... había servido junto con Melissa en casa de unos españoles en la época del protectorado. Hacía unos días bajó con sus hijos al pueblo para preparar la fiesta, y en la fuente se encontró con Melissa, su avanzada edad y su vida gastada le habían hecho borrar los recuerdos compartidos en aquella casa donde servían...
¿Sabes Abdiel? Yo conozco a la abuela desde hace muchos años... y he venido para traerte esto: miel de las montañas, esta fiesta de la Pascua nuestro pueblo no puede dejar de saborear el ámbar de las chebbakías de la abuela... dile que Yamina, la prima del abuelo Malek, la que los presentó junto a la tapia de aquella casa española, le trae este regalo... y ya de paso, me llevo unos cacharros de estos tan bonitos que me recuerdan nuestras primeras fiestas del cordero. Dile a la abuela, que se los llevaré vacíos para que me los llene de los mejores dulces de la región...
Abdiel, cruzó la mirada con Yamina… y juntos, con el corazón unido en la familia, la tradición, la fe y la fiesta dijeron susurrando: Al·lahu-àkbar… sólo Dios es grande.
***
Y esto pasó en un pueblo pequeño, en el cruce de corazones entre una voz cortada y gastada, con el más pequeño… y ahí (como también pasó en Belén de Judá) los ángeles, Abdiel y Yamina, susurraron que
sólo Dios es grande.
Aporto a este hilo un mielero de
Josep Maria Brull i Pagès
. Hasta hoy desconocido para Malkior, pero que he encontardo 'un no se que' en sus figuras que me han cautivado.
El mielero de Emili, con su carga característica y su atuendo tradicional, al igual que el sereno, no solo nos remite a una figura concreta, sino que nos invita a imaginar los sonidos, aromas y ritmos de una ciudad que ya no existe, pero que permanece, viva en la memoria colectiva. Ambos personajes son un homenaje a los oficios de antaño.