CASI cuatrocientos belenes muestran
desde ayer en el Monasterio de Prado que esta tradición cristiana,
que atravesó las fronteras de los continentes por la labor de la
colonización y las misiones, pervive también a través del tiempo y
se muestra viva y resistente a otras tradiciones con más empuje
comercial. La exposición organizada por la Fundación Siglo en
colaboración con la Fundación Germán Sánchez Ruiperez continúa la
secuencia iniciada en el 2000 con 'Oro incienso y mirra' y
continuada con 'Ya vienen los Reyes'. La muestra de este año tiene
un componente netamente popular al recoger la labor de artesanos
actuales en todas las partes del mundo en torno a la Natividad de
Jesús.
El recorrido por las distintas salas del espacio
principal del Monasterio es un viaje por los caminos que la
tradición navideña ha tomado desde Europa a Oceanía. Las figuras
principales del Belén, San José, la Virgen, el Niño, los Reyes
Magos... adoptan los rasgos y ademanes de las distintas razas que
pueblan la Tierra, visten las ropas que distinguen todas las
culturas imaginables y hablan también del mestizaje con otras
tradiciones religiosas.
La exposición se abre con una mirada
a los distintos materiales que sirven para representar el Belén.
Desde el barro al vidrio -hay piezas de cristal de Murano, por
ejemplo- pasando por la tela o el corcho, para hacer una breve
parada en el reciclaje de materiales donde la imaginación sustituye
a los recursos y las chapas y las latas de Coca-Cola se convierten
en Kenia en una curiosa manera de burlar el poderío de las
multinacionales al convertir sus símbolos en curiosas figuras de un
nacimiento sumamente original y sumamente modesto.
A partir
de este prólogo los cinco continentes y más de ochenta países están
representados en piezas de coleccionista y productos de artesanos
acostumbrados a los premios.
Los poblados árboles de la vida
de la tradición hispanoamericana, los célebres retablos de Perú, de
Joaquín López, las figuras con rostros y atuendos indígenas, un
nacimiento de Panamá con dos reyes magos negros en lugar de uno como
manda la tradición más extendida; los belenes de Alaska en los que
se refleja la tradición pescadora de sus habitantes; un belén
hawaiano lleno de colorido o un belén indio en el que las figuras
principales no ocupan un establo sino un tipi están en la sala.
Quizá algunos de los belenes más curiosos para el espectador europeo
sean los que proceden de África, donde la religión católica no es
predominante y donde resaltan más las diferencias culturales. Hay
belenes de aire copto en Zimbawe o de la cultura ashanti en Zaire.
Se muestra también un belén muy actual de Burkina Faso en el que
María, en señal de respeto, está vestida como una misionera, toda de
blanco, y San José, sentado, lleva traje y corbata como los Reyes
Magos, que además llevan portafolio y sombrero.
No faltan
ejemplos de la rica tradición europea desde Nápoles a Finlandia,
pasando por Chequia o Alemania.